por Miguel Ángel Sebastián
Avanza sin parar la moderna federalización del Turismo Carretera. Neuquén es el flamante territorio conquistado en esa expansión por el país que nada tiene que ver con aquella de las décadas del 40, 50 y 60 cuando ese recorrido por el territorio nacional era propiedad de los tradicionales Grandes Premios y las recordadas Vueltas. Ahora son los nuevos autódromos los que en distintos rincones del país le abren sus pistas al TC como un fiel reflejo de cómo cambiaron las cosas con el transcurrir de los años. Igual la provincia de Buenos Aires sigue con buena presencia en el TC con esa serie de bastiones tradicionales como La Plata, Balcarce, Nueve de Julio, Olavarría y Mar de Ajó. “Y no más…” como advierte Oscar Aventín, conocedor que en este presente ese es el techo para las carreras en la provincia de Buenos Aires.
Como habrán cambiado las cosas que esta creciente federalización que vemos en el TC es la antítesis de lo que ocurría 30 temporadas atrás. Por ejemplo en 1981, época del apogeo de las carreras en ruta, cuando la categoría no salió de la provincia de Buenos Aires, ya que de las 15 carreras 11 fueron en territorio bonaerense y las restantes 4 (2 sin puntaje) en el autódromo porteño. “Es una categoría zonal más que una nacional” se regodearon los antiTC, que por entonces eran muchos y declarados, frente a la evidencia de los hechos.
Tardó el TC en revertir la tendencia pero lo consiguió. Así llegó a esta actualidad que lo muestra con la mitad de su calendario recorriendo circuitos del interior. Una situación que empezó perfilarse ya avanzada la década del 90 y apenas dejó la ruta a comienzos de 1997. La necesidad de correr en autódromos lo obligó mirar más allá de la provincia de Buenos Aires y también del autódromo capitalino. Ganaron así en actividad circuitos ya conocidos como Rafaela, Río Cuarto y Paraná, y esto hizo que el Turismo Carretera copara estas plazas que hasta ese momento acaparaba el TC 2000. Asimismo se abrieron nuevos escenarios como primero lo fueron Santa Cruz, Comodoro Rivadavia, Viedma, Salta y más recientemente San Luis, Posadas y Santiago del Estero. Todos respaldados por el apoyo de los distintos gobiernos provinciales, algo que responde a la actual tendencia.
“El apoyo de los gobiernos es fundamental para que las provincias hagan carreras y construyan nuevos autódromos”, repite Oscar Aventín en un mensaje calcado del que dentro de la dimensión de la Fórmula 1 proclama Bernie Ecclestone. Esta nueva situación le permite a la categoría “vender” sus carreras y por lo tanto adjudicarlas a los mejores postores. En estos momentos ningún cachet baja del millón de pesos y algunos orilla en millón y medio. Del lado las gobernaciones provinciales el rédito está dado por la difusión a nivel nacional y la importante cantidad de gente que llega cada fin de semana de carrera y que lógicamente gasta en hoteles, comida y distintos movimientos. “El lunes posterior a la carrera, los bancos registraron un movimientos de dos millones de pesos”, admitió un dirigente santiagueño tras la primera de las dos visitas que el TC hizo a Río Hondo el año pasado.
El TC no sólo cambió sus autos y pilotos en estos últimos 30 años. También modificó su forma de recorrer el país mudando a un federalismo que tiene en Neuquén su más fresco ejemplo. ¿Cuál será el próximo? es la pregunta ante una demanda de provincias que hacen cola como San Juan, Jujuy y Chaco, pero que deberán esperar su turno porque como suele pasar con las cosas atractivas la demanda de carreras supera la oferta de 16 fechas del calendario de TC.