TREINTA AÑOS DESPUES de la muerte de su marido Gilles, Joann Villeneuve lo recuerda en un emotivo reportaje concedido a una revista canadiense. Para emocionarse.

Cuando Gilles Villeneuve falleció en mayo de 1982 durante la última tanda de clasificación del Grand Prix de Bélgica, en Zolder, a bordo de una Ferrari, el gobierno de su país, Canadá, envió un avión de su Fuerza Aérea a repatriar sus restos. Su entierro fue prácticamente un funeral de Estado: el primer ministro canadiense de entonces, Pierre Trudeau, acompañó a la viuda, y se sentó junto al líder de la oposición, Joe Clark. Tal la estatura que había alcanzado el temerario piloto

La entrevista la hizo el periodista canadiense Norris McDonald, y tradujimos los párrafos más interesantes:

-Hay muchas historias de Gilles manejando como loco en la ciudad, haciendo locuras en helicóptero, vendiendo la casa sin consultarte. ¿Qué hay de cierto? El profesor Sid Watkins contó que una vez lo llevaron en San Pablo, y que vos estabas atrás tirada en el piso muerta de miedo.

No es verdad. Gilles nunca me dio miedo en el auto. Lo conocí a los 16 años y crecí con él. Yo creía que todo el mundo manejaba como él, para mí, esa era una conducción normal. Se cuenta siempre esa historia, que Gilles iba de Mónaco a Bologna, una trayecto de 470 kilómetros, en dos horas y media, y que yo iba muerta de miedo todo el viaje. La historia es real pero yo no tenía temor. De hecho, dormía todo el viaje. No sé por qué, pero nunca pensaba que era peligroso cuando él manejaba. Lo hacía así cuando iban los chicos en el auto, y nunca se me ocurrió pedirle que fuera más despacio.

-¿Y el helicóptero? Jody Scheckter dice que Gilles volaba normalmente hasta que la gente lo descubría y entonces empezaba a hacer su show. ¿Es verdad?

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Admito que una vez me asustó. Volamos durante una tormenta de viento. El estaba encantado, decía «conseguí asustarte una vez».

-¿Y la venta de la casa para poder correr?

-Esa es verdad. Vivíamos en una casa rodante, entró un día y me dijo que nos mudábamos. ‘¿Por qué?’ ‘Vendí la casa’. ‘¿Y por qué?’ ‘Porque tengo que comprar un auto de carrera’. Llevábamos tres años de casados. Era una persona impulsiva, no pensaba en las consecuencias. Tomaba una decisión y la ejecutaba, después veía qué pasaba… Vivía el presente. Vivimos unos meses con sus padres, otros con los míos, después consiguió un departamento chiquito. Después consiguió otra casa rodante y nos movimos mucho por Canadá y los Estados Unidos, los dos, Jacques, Melanie y el pastor alemán. Amé esa vida. 

-¿Cómo llegó Gilles a Ferrari?

-James Hunt lo recomendó a McLaren, Gilles llegó solo a Inglaterra, se suponía que iba a correr tres carreras, pero solo hizo una, y Enzo (Ferrari) supo que no lo iban a contratar, así que lo llamó y le preguntó si estaba disponible. Cuando llamó, pensábamos que era una broma. «Sí, claro» pensé yo, y le pasé el teléfono a Gilles. El empezó a hablar y al ratito se dio cuenta de que podía ser real. Cuando le preguntaron su podía ir a Italia a discutir el contrato, volvió a creer que era una joda. Pero cuando le dijeron «te mandamos los pasajes de avión» nos dimos cuenta que era real…

Gilles en el podio de su primera victoria, en Canadá 1978. A su derecha, Joann.

-Mencionó a James Hunt, que era un mujeriego. ¿Alguna vez le hizo una propuesta?

-¡Ja, ja! Si la hizo, no me dí cuenta…

-¿Y cómo era Ferrari?

-Un tipo muy, muy demandante, aunque podía ser muy gentil. (Mauro) Forghieri podía llamarlo después de una carrera y decirle «llegamos primero y segundo» y Ferrari podía preguntar «¿y el muletto? ¿cómo anduvo el muletto?». Pero tenía un espléndido sentido del humor.

-Gilles habría dejado Ferrari a fines de 1982. ¿Es cierto?

-Después de lo que había pasado en Imola (cuando Didier Pironi desobedeció las órdenes del equipo y ganó el GP de San Marino, la carrera anterior a Bélgica) para él estaba terminado. Gilles era muy directo y honesto. Cuando sucedió eso, fue una gran desilusión para él, sentía que tenía que salir de ahí.

-Se cuenta una historia de que McLaren lo seducía mostrándole detalles del contrato con el pizarrón en los boxes mientras Gilles pasaba por la recta con la Ferrari…

-No recuerdo exactamente, pero me resulta familiar. Un pariente viajaba con nosotros a las carreras, y McLaren le pasaba la información a él, para que le contara después, así Ferrari no se enteraba de las negociaciones.

-Cuando Gilles murió, ¿recibió ayuda de Ferrari?

-Sí, no creo que hubieran hecho lo mismo por alguien más. Mucha gente quedó shockeada y sé que lastimó profundamente al señor Ferrari. Pero, siendo Enzo, tenía una manera muy peculiar de hacer las cosas. Me llegaron tarjetas de Navidad durante muchos años… 

¿Le gustan las carreras todavía?

-Me levanto temprano para ver Fórmula 1. Mi hija menor (Jessica) me dice, «mamá, tu día perfecto es ver F-1 a la mañana, NASCAR al mediodía e IndyCar a la tarde. Sos peor que los tipos».

Fotos: Wheels.ca

 

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6 COMENTARIOS

  1. Quizás haya mejores, no lo se y no tiene sentido discutir eso. Pero este es el que más me ha emocionado por lejos, y aunque manejara una Ferrari que no es para nada de mi gusto.

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