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EL ÍNDICE RESPONDE A NORMAS ISO

Leandro Perillo, gerente de Movilidad y Políticas Públicas de la Oficina Regional de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) para Latinoamérica conversó mano a mano con Gigantes del Camino ofreciendo conceptos muy interesantes respecto a las acciones que puede sumarse tras la firma del convenio de colaboración para el dictado de los cursos de capacitación obligatorios destinados a los conductores profesionales de camiones en la Argentina.

– Leandro, ¿cómo se complementará lo que la Fundación da como cursos para los choferes de cargas generales y cargas peligrosas con lo que desde la FIA vienen trabajando para las flotas del transporte?. Ustedes dieron ejemplos de flotas muy importantes que ya están estandarizadas con un índice de seguridad.

– Nosotros estamos impulsando, a nivel mundial, un índice de Seguridad Vial. El “Road Safety Index” (RSI), que mide el desempeño en seguridad vial de manera similar a como se mide la huella de carbono en lo ambiental. La idea es que las empresas cuenten con indicadores concretos, verificables y comunicables, que puedan integrarse a balances, informes de sostenibilidad o incluso utilizarse ante clientes y proveedores. El RSI permite a las organizaciones conocer el impacto real de sus operaciones sobre la seguridad vial y actuar en consecuencia. Lanzado en noviembre de 2022 con el apoyo de la Fundación FIA, fue una respuesta directa a la Declaración de Estocolmo de 2020, que instó a las empresas a aplicar principios de sistemas seguros en toda su cadena de valor. Además, ha sido reconocido recientemente por el Foro Internacional de Transporte (ITF) como una herramienta recomendada dentro de las políticas integrales de seguridad vial.

– Ustedes destacan que este índice abarca toda la cadena de valor, ¿qué significa esto?

– La idea es evaluar toda la cadena de valor de la organización, desde la planificación y gestión logística hasta la llegada del producto al cliente final. Se trata de una mirada sistémica. El RSI está respaldado por estándares internacionales como las normas ISO y las IRA. De hecho, puede ser un paso preparatorio para una futura certificación ISO 39001. La evaluación se realiza sobre 10 criterios: diseño y equipamiento de los vehículos, capacitación del personal, condiciones de la infraestructura, tecnologías embarcadas, políticas organizacionales, monitoreo del comportamiento de conducción, mantenimiento preventivo, gestión de incidentes, cultura de seguridad vial y mejora continua. Estos aspectos permiten construir una visión integral del desempeño en seguridad vial de la empresa.

– Pero, ¿qué se requiere?

– Hoy en día, para una empresa que parte de cero o tiene una flota pequeña, llegar directamente a una certificación ISO puede ser muy difícil, tanto en términos de recursos como de tiempo. Por eso el RSI ofrece una alternativa progresiva. Actualmente el proceso consta de dos grandes etapas. La primera es una autoevaluación estructurada, auditada por profesionales externos. A cada empresa se le asigna un puntaje, expresado en estrellas (de 0 a 3), lo que permite comunicar fácilmente el nivel alcanzado y medir mejoras año a año. En paralelo, establecemos ciertos lineamientos mínimos que deben contemplarse, como por ejemplo los sistemas de seguridad activa y pasiva en los vehículos. Un camión con tecnología avanzada tiene mayor ponderación. La idea no es exigir flotas perfectas, sino evaluar el progreso: si hoy una empresa obtiene una estrella, el objetivo es que al año siguiente llegue a tres.

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– Y con los cursos ¿van a trabajar con alguna orientación?

– Nosotros tomamos referencias y buenas prácticas de todos nuestros miembros a nivel global, incluyendo los distintos Automóvil Clubes. Sin embargo, no intervenimos directamente en los contenidos de los cursos de la FPT. Sabemos que actualmente están enfocados en el conductor profesional, lo cual es clave, pero el RSI apunta a ampliar ese enfoque hacia una mirada organizacional más estratégica.

 

– Entonces, si las empresas son la que tienen que hacer, en parte, esas modificaciones para adaptarse a esos índices, ¿cómo sería ese complemento?

– Es, sin duda, la parte más compleja. Porque no se trata solo de capacitar al chofer, sino de transformar decisiones estructurales dentro de la empresa. El RSI trabaja justamente ahí: con la alta dirección. Les mostramos cómo la seguridad vial no es un gasto, sino una inversión. Las empresas que ya certificaron el índice lo hicieron porque entendieron que menos frenadas bruscas, menor consumo de combustible y neumáticos, y una menor siniestralidad se traducen en ahorro directo. A eso se suma que, con menos incidentes, también bajan los costos de pólizas y el ausentismo laboral. Pero más allá del retorno económico, lo que buscamos es generar conciencia: menos aceleraciones, menos mantenimientos, menos contaminación. Todo suma. Es un cambio cultural que debe impulsarse desde arriba. No alcanza con tener gerentes comprometidos si la dirección no asigna recursos. Por eso el RSI apunta a transformar la gobernanza interna de la empresa, alineándola con los principios ESG.

– Dentro de este marco de acuerdo, también se propuso algo más para seguir profundizando: que el “Safety Road Index”, sea un sello de calidad FIA.

– Sí, nuestra aspiración es que el “Road Safety Index” sea reconocido y exigido por las dadoras de carga como un requisito para operar o transportar sus productos. Entendemos que hoy, en muchos casos, es más factible que una dadora de carga lo incorpore como condición técnica en sus contratos o licitaciones, que impulsar un cambio normativo a nivel nacional. Este tipo de mecanismos voluntarios —pero exigibles desde el sector privado— pueden tener un efecto inmediato y muy poderoso en la mejora de los estándares de seguridad vial.  Cuando una dadora de carga prioriza o exige el RSI, no solo promueve un transporte más seguro para su propia operación, sino que también, Reduce riesgos reputacionales y legales asociados a siniestros en su cadena de suministro, Mejora la trazabilidad y control sobre la gestión de flotas subcontratadas y Fomenta relaciones con proveedores más comprometidos y profesionalizados. Muchas veces, las pequeñas y medianas empresas del transporte cuentan con flotas reducidas y tienen dificultades para destinar recursos a la seguridad Vial. Pero si contar con una certificación como el RSI se convierte en una ventaja competitiva —por ejemplo, al otorgar mayor puntaje o preferencia en procesos de contratación— se genera un incentivo real y concreto para avanzar en ese camino.

Creemos que los dadores de carga pueden desempeñar un rol clave como agentes de cambio, promoviendo mejoras estructurales en toda la cadena logística. La “huella de seguridad vial” que ofrece el Índice no solo ayuda a reducir riesgos, sino que también puede utilizarse para establecer objetivos, formular estrategias y reportar avances en los informes de sostenibilidad de las empresas. Mientras tanto, desde la FIA y nuestros clubes miembros seguimos trabajando activamente para impulsar esos cambios normativos que permitan consolidar la seguridad vial como una prioridad estratégica en todos los niveles. Este trabajo se realiza en articulación con autoridades regulatorias, ministerios y organismos técnicos de la región, con el objetivo de alinear políticas públicas con los principios del Sistema Seguro y promover marcos normativos que reconozcan y valoren herramientas como el RSI.

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