DESPUES DEL DE BUENOS AIRES (1952), el de Rafaela (1966) es el segundo autódromo pavimentado dela Argentina. Y se nota.

Nadie puede negar que desde su concepción, el óvalo es una invitación al peligro. El TC vivió en esa original década del ’60 los espectaculares accidentes de Carlos Pairetti y Andrea Vianini (por suerte no fatales) pero sufrió en los últimos años pérdidas sensibles como la de Raúl Petrich y su acompañante Oscar Lofeudo o, más acá, la del piloto de TC Pista Alberto Noya y su acompañante Gabriel Miller.

Carreras como las 500 Millas, con monopostos (y mayores posibilidades de accidente ante a los toques) dejaron también saldo luctuoso (José Manavella en 1967, Mario Mazzoy en 1977). El óvalo es para correr ligero pero no para tomar con ligereza.

El accidente del domingo refresca de manera incómoda la delicada cuestión que supone correr esos riesgos.

No se dice que en Rafaela no deba correrse más. De ninguna manera. Es uno de los templos de nuestro automovilismo y la pasión que allì se despierta encuentra pálido parangón en otras regiones. No: se sugiere que se corra distinto. O bien porque se modifican las condiciones (la pista, la seguridad) o porque se impulsa un cambio de mentalidad.

Rafaela es de una época en la que se convivía menos controversialmente con el peligro y, por lo tanto, los riesgos se calculaban más. La desgracia era una moneda demasiado corriente en el automovilismo en la época en la que el óvalo fue asfaltado: por eso se erigió una obra que hoy, seguramente, no se habría concebido.

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Pero acostumbrados a frecuentar más indefensos esas zonas de peligro, es dado suponer que los pilotos de entonces calculaban con otra profundidad los riesgos. Los tomaban igual, sí, pero quizás con mayores márgenes de acción. Porque esos autos perdonaban mucho menos. Una piña como la del domingo en Rafaela, en los ’60 o los ’70 habría sido varias veces trágica.

Se sabe que una mejora general de las condiciones de seguridad en Rafaela está lejos del techo que puede alcanzar; se sabe también que el esfuerzo no siempre es atendido por quienes conducen la provincia. Es el límite: acaso ahí se frena la chance de practicarle cirugía mayor al óvalo para hacerlo corto y seguro (con un curvón plano más manejable, con amplias vías de escape, para que rectas más cortas impidan alcanzar altas velocidades, que transforme en redundante el objetivo de las chicanas) como se ha soñado.

Mientras se va avanzando (a menudo con retrocesos) en ese terreno, es preciso incentivar en los pilotos la conciencia de que los riesgos deben calcularse con otra vara. Cuando los Mecánica Argentina Fórmula 1 rodaban rueda a rueda a 290 km/h con las gomas muy cerca unas de otras, la conciencia de lo posible tomaba otra dimensión. No eran menos pilotos por calcular más, por pensarlo dos veces. Por el contrario: esa pericia era muy celebrada.

No se necesita mano dura con los pilotos. Solo mano justa.

Después, erradicar las distorsiones que hacen de este torneo de TC el más controvertido de cuántos se tengan memoria en el corto plazo, será otro tema. Aunque tan imprescindible como éste que nos ocupa ahora.

Por Pablo Vignone

 

 

 

 

 

 

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7 COMENTARIOS

  1. Hoy esa pericia no parece abundar, salvo contadas excepciones, y menos pensar
    dos veces antes de hacer una maniobra. Tanta es la presion economica que
    sufren los pilotos?

  2. pienso lo mismo que pedro, este sitio pone o por lo menos trata de poner las cosa en su lugar, eso no lo pasa con muchos mediso de autos

  3. Porque si antes corría ahora no?,con mas razón se tendría que hacer una carrera si los autos son mas seguros,pero con el circuito acorde a la performance de los autos también,de no ser asi que no se corra.Pero el negocio no se lo quieren perder los dirigentes ni los pilotos tampoco,esa es la realidad,los pilotos son cómplices también de todo este circo y así va a seguir siendo a mi entender.
    Muy buena la nota,Saludos

  4. Me gustaría opinar, pero como ahora parece que se censuran mis comentarios (a pesar de no ser off topic, tener links o malas palabras…) no lo voy a hacer. Lo lamento mucho, llegué a tenerle mucho respeto y afecto a esta página. Ahora se lo estoy perdiendo!

    • Juan, si queres que lean tus opiniones, por lo menos cambia el apellido, pues mas halla de que resulta hasta simpatico, no deja de ser ordinario. En serio Juancito, de onda!

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