PÁLPITOS ACERTADOS.
“Es un año de transición”, dice Alejandro Levy desde que a principios de este año asumió la conducción de un deteriorado TC 2000. La repitió en la presentación de la carrera de Rafaela que ha inaugurado la Semana de la Velocidad. Y fue segundos después que, sin mucho énfasis considerara “positivo” el balance con media temporada cumplida. Esa etapa de transición da chances para experimentar variantes, en función de elevar el nivel de los espectáculos. Prueba y Error. Están en eso .No fue lo del todo convincente la experiencia de dos carreras con detenciones obligatorias aplicadas en la fecha de Neuquén.
Como siempre, el transcurrir del tiempo y el desarrollo de las carreras mostrarán lo acertado o no de la novedad conocida precisamente en la misma conferencia de prensa en la Casa de Santa Fé. Esa noticia que asombró primero y entusiasmó después, y que liberó a tiempo casi completo (Clasificación, Sprint y Final) la utilización del Push To Pass.
Tiene su cuota de riesgo guiarse para las opiniones definitivas por las primeras sensaciones. De hacerlo, por lo visto en el Sprint en Rafaela, puede aplaudirse la ampliación del Push to Pass y considerarla lo que se necesitaba para tener las carreras atractivas que se le reclaman al TC 2000. Hay que verlo en otros escenarios y circunstancias. Igual la cautela no impide reconocer que salió una gran carrera, bien al estilo de las siempre esperamos en un circuito ultra veloz como Rafaela. Hubo varios intercambios del primer puesto entre un sólido y aguerrido Leonel Pernía y un Franco Vivian, que confirmó su capacidad conductiva llevando con firmeza a un Citroen, muy rendidor en su retorno al TC2000 tras dos fechas de ausencia por problemas presupuestarios. Todo con maniobras ejecutadas con perfección y corrección a velocidades cercanas a los 300 K/h. Como intuía el propio Pernia, el Sprint se definió en la última vuelta, y encima a su favor, con la utilización de muchos de los 15 disparos disponibles permitidos.
“Necesitaba los puntos y por eso usé muchos disparos”, contó un pícaro Pernía en contraposición con lo declarado en el anuncio al señalar que “todos los pilotos se iban a guardar los disparos para la final”. Otra fue su necesidad sobre la pista de Rafaela con una clasificación que relegó a su Renault Fluence al séptimo puesto con el único beneficio que por la inversión de grilla lo hizo partir segundo en el Sprint. En el juego de diferentes necesidade s y estrategias por el novedoso uso del Push to Pass, distinta era la realidad de Matías Milla, arrancó desde el 8° lugar y corrió tranquilo, pensando en aprovechar la mayoría de los disparos en la Final que como poleman real lo ve partir desde adelante.
También Agustín Canapino fijó su mente en la final dominguera, en su caso por otro motivo: el motor de su Cruze tomó temperatura, un problema que motivó un reclamo a los técnicos de la categoría y el fastidio y preocupación del Titán.
“Será una carrera rara” , había anticipado Matías Cravero. ¿Lo habrá intuido por su inédito tercer puesto, alcanzado tras claros sobrepasos con su Honda a su coequiper Facundo Ardusso y al Cruze de Canapino? “El Sprint será mejor que la final”. Ojalá fallara el pronóstico de Ardusso (cuarto) y la final, más larga y exigente para los neumáticos, superase en emotividad lo visto en el Sprint. Un Sprint que con Push to Pass liberado fue muy bueno, pero todavía no da para sentenciar que esa es la gran solución que esperaba el TC 2000. Si, es otro intento que empezó con el pi derecho.