¿CARRERA O AVENTURA?. Esta es la cuestión desde que hace cinco años, el Dakar se apoderó en enero de toda la atracción automovilística y de paso cubrió el hueco que deja el paréntesis de la actividad nacional. Muchos se entusiasmaron pero algunos la miraron con recelo y hasta con desprecio. “No es un carrera de verdad”,  argumentaron.

La solidaridad es una de las características salientes de los competidores del Dakar, especialmente entre aquellos que simplemente buscan llegar. (Foto Mónica Paz)

Sin dudas es una carrera el Dakar. Porque en cada una de sus divisiones tiene gente que viene a  competir y ganar. No son todos pero hay unos cuantos.  Pilotos y equipos que trabajan con el mayor profesionalismo. Terminales y empresas que invierten mucho dinero  conocedores de la trascendencia que tiene una buena actuación en una competencia que sin exageración es considerada la más exigente y peligrosa del mundo.  Un calificativo que también sirve para su promoción.

Es una carrera el Dakar porque hay pilotos que vienen a correr y ganar. Pero también es una aventura, por las exigencias  deportivas, físicas y mentales especiales que proponen en quince jornadas corridas con varias horas diarias y una distancia total que en la reciente edición casi cuadruplicó (8.574 km contra 2.240) la que en las 16 carreras del año pasado completó el TC y que fue poco más que seis veces (8.574 contra 1.333) la que recorrió en sus 12 fechas el Súper TC 2000. Además tiene las dificultades de la variedad de terrenos y climas que transita y la  incertidumbre y peligrosidad siempre latentes como otros condimentos particulares. Escollos que potencian otra de sus características distintivas: la solidaridad entre los pilotos.

El Dakar es una carrera con forma de aventura y que como tal representa un desafío que todos aceptan a cambio de experimentar la satisfacción final de llegar. Hacerlo equivale a un triunfo, sea cual fuere el lugar. Ese es el espíritu Dakar de competencia que además de los reconocidos profesionales moviliza a encararla a muchos amateurs o entusiastas con buen bolsillo. Nombres desconocidos que la toman como experiencia anual y tiene su mes de exposición. Vencer a las dificultades a los imprevistos, al cansancio, al peligro  y llegar tiene para ellos el mismo significado exitoso que una victoria representa para Peterhansel, Sainz, Attiyah, Despres, Patronelli. Por eso difícilmente se vean caras tristes en la llegada.

Porque es una carrera pero también es una aventura, el Dakar no es para cualquier piloto  más  allá de sus condiciones conductivas. “No me lo imagino así a Ortelli”, le comentaba a VA  en el campamento de Tucumán un seguidor de las carrera s nacionales, recordando las noches que vio al Pato Silva tirado debajo de su camioneta en busca de encontrar un mejor rendimiento o la cercana experiencia de las pocas horas de sueño  que Emiliano Spataro juntó hasta su abandono. No lo dijo para desmerecer al séxtuple campeón sino para resaltar el espíritu especial que a sus participantes exige el Dakar. Una carrera-aventura que como tal requiere de pilotos-aventureros.  Por eso se la podrá tomar o dejar pero nunca desconocerla como carrera.

 

Por M.S.

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4 COMENTARIOS

  1. Una carrera que cada dia se va haciendo mas parte nuestra, como lo eran las viejas competencias de ruta. Emocionante. Unica. Con todos los condimentos y la lucha que le faltan al TC y al TC2000-

  2. la verdad q a mi Silva y Spataro nunca me cayeron bien… uno un lloron y el otro un hincha pelotas. Pero ver la dedicacion y las ganas y el sufrimiento q le pusieron este año… me cambia la perspectiva. Felicitaciones a los 2 .

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