QUEDARON SENSACIONES CONTRARIADAS por la definición del Súper TC 2000 en Rafaela.
Por un lado se ponderó la emotiva llegada al punto que algunos la consideraron la más espectacular de los últimos tiempos, olvidando la del año pasado en El Zonda cuando Matías Muñoz Marchesi y Leonel Pernía cruzaron la meta en la misma linea…
Paralelamente la mayoría de las críticas apuntó a la dirección deportiva de Peugeot, por no dar la orden que evitase el choque entre Agustín Canapino y Néstor Girolami, que en principio derrumbó el sólido 1-2 de la marca y en pista entregó inicialmente la victoria al Focus de Mariano Werner pero que fundamentalmente le dio en esos últimos metros el toque de gran emotividad que no había sobrado en el resto de la carrera.
Paradojicamente se criticó la falta de decisión que desencadenó el emotivo final que luego tanto se ponderó. Con un orden de equipo, salvo desobediencia, no hubiese existido el toque y todo lo que vino después con la catarata de elogios. ¿Contradicción de pensamientos? No. Simplemente que la opinión varió según el ángulo desde el que se la enfocó. Desde la entusiasta visión del espectador, fue lo mejor que pudo pasar. Desde el frío análisis de la actuación de un equipo altamente profesional, esa falta de una orden que en el tramo final asegurase el cómodo 1-2 no resultó la más adecuada. Da para otros debates si Canapino se excedió en la maniobra del intento de sobrepaso, si Girolami se confió o si las órdenes de equipo deben existir.
“Tanto lío y al final terminaron como iban antes del choque”, se escuchó decir luego que la desclasificación de Mariano Werner devolvió el 1-2, que Los Leones se habían devorado solitos entre ellos. Cierto. Tal vez como carga quedó alguna herida al profesionalismo y orgullo del equipo, porque este 1-2 , justo pero de escritorio y mechado de polémicas y cuestionamientos entre sus pilotos, no tuvo el mismo significado que el sólido y prolijo que Girolami y Canapino habían construido hasta la chicana final.
Igual tuvo su valor agregado. Y cómo. Porque se habló y se escribió mucho, muchísimo más de la marca y sus pilotos con este caótico final que de haberse rubricado el 1-2 sin complicaciones con un sonriente Bebu y un manso Agustín El tema, cosa rara, en estos tiempos del automovilismo, excedió la frontera habitual de trascendencia del domingo o el lunes a más tardar para extenderse a casi toda la semana e incluso dejó abierta la posibilidad de reiniciarse días antes de la próxima fecha con el potenciamiento del nuevo enfrentamiento entre Girolami y Canapino. Algo que vale recordarlo, Peugeot incentivó al punto de realizar el documental Duelo de Leones. Encima ambos pilotos están igualados en el tercer puesto del campeonato con 80 puntos.
“Lo que paso en Rafaela no nos sorprendió porque forma parte de la estrategia de marketing y notoriedad que se impuso la marca para su ingreso al automovilismo”, le reconoció Julián Tello, flamante gerente de marketing y prensa de Peugeot, a Visión, como habrás leído en una nota reciente.
¿Y si todo esto fue una fríamente calculada estrategia de marketing?.
Por Miguel Sebastián
Si fue una fria y calculada estrategia ¿cuanto le habrán pagado al escribano para que porga el alerón del auto de Werner fuera de reglamente?.
ESTRATEGIA DE MARKETING? VAMOS TODO LO QUE INSINUEN AHORA ES PARA DECORAR EL PAPELÓN QUE MONTARON EL DOMINGO,LA VERDAD ES QUE DEMOSTRARON ESTAR MUY LEJOS DE CONFORMAR UN EQUIPO Y LO CONCRETO ES QUE LOS PILOTOS SÓLO RESPONDEN A ELLOS MISMOS SIN IMPORTARLE NADIE MAS, FLOJO DESEMPEÑO DE ARMELLINI COMO JEFE DEL GRUPO SI EXISTIÓ UNA ORDEN LEJOS ESTUBIERON DE ACATARLA LOS CORREDORES Y SI NO EXISTIÓ RESULTA MAS QUE LLAMATIVO LA FALTA DE PROFESIONALISMO MOSTRADA.