POR AHÍ, REAPARECE en la superficie el asunto de los 80 años de la categoría, y la fiesta de etiqueta con sobreabundancia de moñitos que tuvo lugar para celebrarlos en Costa Salguero con toda la «música».

Se ha escuchado decir que a ese ágape, le faltó la presencia de los campeones del TC. También no fueron pasadas por alto algunas ausencias; tarjetas de invitación que quedaron en el cajón de algún escritorio.

¿De quienes por ejemplo?, las de los campeones Aventin; Oscar y Diego. El Puma, ¿que más agregar?, campeón ´91-´92 quien con el transcurso del tiempo y ya retirado, formalizó su influencia y poder desde la presidencia de la ACTC, que mantuvo con mano férrea hasta que el tsunami del 2013 lo obligó a la retirada. El Pumita, monarca 2013, de los más conversados en ocho décadas, corona que apenas lució media temporada 2014 y sin brillo, hasta que resolvió retirarse y dedicarse a la vicepresidencia 1ª de la ACTC. Y lo hizo con un radio de influencia que fue acotándose, rodeado por versiones que culminaron con su renuncia y pase a retiro.

Los Aventin, no es noticia, tomaron distancias del TC, del automovilismo. Distancias que Diego resolvió reducir a cero al tomar la decisión de pegar la vuelta, sin consulta alguna a su padre en apariencia, para correr en el Top Race V6 de su amigo Alejandro Urtubey. Regreso que tuvo lugar en General Roca, con un Mondeo del equipo de Gustavo Tadei. Hay quienes suelen mantener un ida y vuelta con el Puma, esos parecen vislumbrar el deseo de volver que acuna en su fuero íntimo.

 

¿Acaso agazapado el Duque de Morón?, vaya a saber; lo que sí te podemos datear, fastidiado. El fastidio, esa calentura, se vincula a los festejos por los 80 años. Y fijate, no se ha originado por no haber recibido esa bendita invitación para asistir a la fiesta, o para tomar parte de eventos organizados por los 80 años.

El recordado Falcon rojinegro con Aventin al volante y el nº1 pintado.

Ese calentura tiene su origen en lo que entiende, ha sido un destrato a su condición de campeón; de bicampeón. Está convencido en que no se ha respetado su mérito deportivo, por haberse coronado en dos ocasiones en la categoría de sus amores, la «number one». Esa ninguneada es lo que no se banca el moronense, cuyos días reparte entre Morón y su desarrollo inmobiliario en San Martín de Los Andes, adonde se jacta, tarda 11 horas en llegar manejando uno de sus autos.

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¿Y Diego, que dice a todo esto?, defiende a su viejo como corresponde a un hijo y lo entroniza con un «tiene una mente mucho más clara que todos».

Aventines.

 

Por C.S
Foto: gentileza Raúlq

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7 COMENTARIOS

  1. dejense de joder, porque no invitaron al puma y al pumita a la feista, sosn campeones del tc y maza y suys muchachos no quisieron q fueran

  2. Los Aventin padre e hijo, la única díada familiar de campeones con autos truchos. Ahí el «mérito deportivo».

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