DOMINIO REPETIDO.
No es una buena promoción para la nueva edición del Gran Premio de España, señalar que 21 de las 29 carreras corridas en Montmeló, tuvieron como ganador a su poleman. Una consecuencia de la dificultad para los sobrepasos en un circuito como el catalán, que además es archiconocido por todos los pilotos y equipos por la gran cantidad de pruebas.
Tampoco ayudaba a crear grandes expectativas sobre la sexta fecha del Campeonato Mundial de Fórmula 1, marcar que este año por octava vez consecutiva largaba adelante un Mercedes Benz. Otro 1-2 que la marca alemana impuso en siete (la excepción se dio en 2017 cuando Sebastian Vettel con la Ferrari se interpuso entre las por entonces Flechas de Plata) de esos últimos dominios clasificatorios, iniciados en 2013 junto con la llegada de Lewis Hamilton y la consolidación de Nico Rosberg.
Y menos entusiasmaba a quienes buscan un cambio de rostros en el escalón mayor del podio, decir que era Lewis Hamilton quien por quinta vez partía adelante en Montmeló, en busca de su quinto triunfo y cuarto consecutivo en el trazado español. Una victoria que lo acercara un poco más los récords de triunfos y títulos de Michael Schumacher.
“Lo importante será mantener el primer lugar al llegar a la curva 1”, anticipó como deseo Hamilton, consciente de lo decisivo que es esa situación para el posterior desarrollo de la carrera. Es cierto que las carreras no se ganan en la primera curva, pero muchas veces lo que sucede en el siempre complicado viraje inicial marca su destino.
“Trataré de llegar adelante a la primera curva”, dijo Bottas como primer paso de su ansiada reivindicación, por no haber podio batir a Lewis en la clasificación. Sabía que con ese logro consumado, podía apuntar a esa victoria que necesita para recuperar su lugar de escolta en el campeonato, y mantener vivas sus tenues ilusiones de ganarle el título a su compañero.
“Creo que en carrera estaremos más cerca de los Mercedes Benz y por eso trataré de hacérsela lo más difícil posible”, avisó Max Verstappen, eterno escolta inmediato, aunque lejano (a 708/1000), de los Mercedes Benz. Sus esperanzas estaban puestas en una buena estrategia que pudiera aprovechar, como una semana atrás en Silverstone, posibles problemas de las Flechas Negras, especialmente con los neumáticos. Menos probable era la ilusión de un roce entre los Mercedes que le abriera el camino, como en el 2016 con el toque entre Hamilton y Rosberg, que le facilitó su primer triunfo.
Por lo visto en pista y los antecedentes todo parecía estar dado para un nuevo paseo veloz de los Mercedes por Montmeló. Como esperanza de algo más atractivo quedó el simple razonamiento que recuerda que “las carreras hay que correrlas…”