ESTOS SON DIAS DE ATENCIÓN PLENA por el Campeonato Mundial para los millones amantes del fútbol y también de admiración de los tuercas por el dominio de las modernas Flechas de Plata de Mercedes Benz en la Fórmula 1 con Nico Rosberg y Lewis Hamilton.Sin el mediatismo actual, sesenta años atrás estas mismas sensaciones se entrelazaron en una fecha como la de hoy en la que el tradicional festejo patriótico de los estadounidense pareció trasladarse a los alemanes ante dos grandes logros deportivos: la obtención de su primer Campeonato Mundial de Fútbol y el debut triunfal de las Flechas de Plata en el Mundial de Fórmula 1. Dos conquistas que en pleno proceso de recuperación de las terribles consecuencias de la Segunda Guerra Mundial contribuyeron a incrementar el espíritu nacionalista y la autoestima de los germanos.
«El milagro de Berna» Así calificaron los propios alemanes aquel histórico triunfo por 3 a 2 logrado en el Estadio Wankdorf de la ciudad suiza en la final del Mundial ante los hasta entonces imbatibles húngaros donde entre tantos cracks brillaban Sandor Koscis y Ferenc Puskas. Un triunfo que rompió todos los pronósticos porque Hungría , que era el gran candidato,ya había goleado por 8 a 3 a los germanos en la ronda inicial y a los ocho minutos de la final se puso en ventaja por 2-0. Lo que parecía una nueva goleada, el espíritu inclaudicable de los germanos lo transformó en una espectacular reacción que primero les permitió igualar, y a ocho minutos del epilogo y gracias su goleador Helmut Rahn, en un increíble 3-2 a favor. El milagro del título estaba consumado.
«El Milagro de Reims» Así recordaron muchos aquel debut victorioso de los Mercedes Benz W 196 en el Gran Premio de Francia concretado con el contundente 1-2 de Juan Manuel Fangio y Karl Kling. Un retorno que rompió una pausa de 15 años impuesta por la Segunda Guerra Mundial primero, y luego por el deseo alemán de volver para ganar. Para eso construyeron el mejor auto y para manejarlo contrataron al mejor piloto de esa época: Juan Manuel Fangio. El Chueco les respondió plenamente al lograr 8 de los 9 triunfos de la marca (la excepción fue Stirling Moss en Inglaterra 1955) y los títulos mundiales 1954 y 1955. Además forjó una relación aterna.
Siete semanas después y cerca de lugar donde Fritz Walter y sus compañeros alzaran la Copa del Mundo de Fútbol en Berna, el Chueco levantó en el circuito de Bremgarten el trofeo de vencedor del Gran Premio de Suiza Fue la confirmación que el milagro alemán deportivo ya era una realidad.
Por el equipo de VA