CUENTAS PENDIENTES.
No hubo el domingo soñado y ambicionado por Agustín Canapino para su despedida del TC 2000. No tanto por la falta de esa victoria, que en principio logró en pista pero perdió luego por una sanción. Tampoco por la intermitente presencia de la lluvia, que complicó bastante pero sin alcanzar a ser determinante para que Agustín pudiese llegar a la victoria. De hecho fue permanente protagonista.
Hubo un escollo que tal vez Agustín no esperaba tras haber dejado casi un segundo detrás a los Toyota en clasificación. Fue Julián Santero, el mendocino que desde su llegada al automovilismo advirtió quien no venía a cosechar amigos sino a ganar. Un piloto de pocas palabras pero tan veloz y consistente como duro en la pista ante cualquier adversario, y que ya liberado del condicionamiento que tuvo en Toyota con Matías Rossi se ha mostrado más al punto de poder ser considerado para integrar el podio de los mejores pilotos argentinos en la actualidad.
Breve pero caliente, ese dialogo que Agustin y Julián sostuvieron en el podio mientras la lluvia se descargaba con todo en el Autódromo de Concepción del Uruguay, demostró que había quedado una cuenta pendiente entre ambos por el choque en los 200 Km. de Buenos Aires que motivó el abandono de Canapino y empezó a quitarle chances en el campeonato, pero que fue considerado “maniobra de carrera” por la autoridades. Una cuenta pendiente que Agustín anotó con letras bien grandes en la famosa “libretita” en la que los pilotos recuerdan maniobras ásperas con otros colegas para cobrarlas en algún momento.
“Agustín está enojado por lo que pasó en la carrera de Buenos Aires y me lo hizo saber en el podio. Se ve que tiene un problemita conmigo y por eso decidió correr de esa manera e hizo a propósito las maniobras para defenderse. Esperó que me pusiese a la par para acelerar y correrme afuera, sabiendo que en el piano y en el pasto no hay grip. Y no lo hizo una vez, algo que podía entender, sino tres veces. Y tres veces es algo alevoso” contó Santero sin perder la tranquilidad ni alzar la voz que había mostrado al bajar del Toyota y asegurar que “estoy convencido al 100% que soy el ganador porque las maniobras de Agustín no resisten el análisis para ser sancionadas”.
“Me defendí como pude y le dejé espacio. No lo hubiese podido aguantarlo una vuelta más” se limitó a decir Canapino, quien casi dos horas después de recibir la bandera de a cuadros, con apenas 116/1000 de ventaja sobre Santero, conoció la mala nueva de su retraso a la segunda posición y en consecuencia que el triunfo había pasado a manos de Santero.
“Obviamente sabemos que se corre al límite pero en la última maniobra de la entrada la recta opuesta, entendemos que Canapino decide dejarlo sin pista a Santero para que doble por afuera, y por eso lo sancionamos con un puesto de recargo” explicó Nicolás Iglesias, uno de los comisarios deportivos, quien agregó que las otras dos maniobras que menciona Santero fueron al limite pero no pasibles de sanciones. Una decisión acertada por la agresiva y excesiva defensa realizada por Canapino para impedir el sobrepaso final de Santero sin dejarle la chance del espacio, convenido tiempo atrás por los propios pilotos con las autoridades. Un acuerdo merecedor de un mayor debate, pero que al estar reglamentado, debe ser respetado.
“No me gusta ganar por decisiones de escritorio pero Agustín decidió correr de esa manera” señaló Santero, quien se aseguró el subcampeonato con un triunfo que parecía lejano cuando en el paso por boxes para cambiar gomas lisas por ancorizadas perdió tiempo al trabarse el neumático trasero derecho. La aparición del auto de seguridad, por el despiste de Fabián Yannnantuoni, fue el toque de suerte que le permitió acercarse al grupo de punta en medio una alocado trámite. Después Julián hizo lo suyo, muy bien, con determinación y agallas.
Por encima del polémico final y el cambio de ganador en el camión de las autoridades, ver al Chevrolet de Canapino y el Toyota de Santero llegar separados por menos de media trompa, constituyó una espectacular y agradable imagen como cierre deportivo de un año difícil para el TC 2000. Sirve de incentivo para el trabajo que dirigencia, equipos y patrocinantes de la categoría están haciendo para recuperarla luego del duro golpe de la partida de Canapino Un Canapino que no pudo despedirse como quería y cuya ausencia, entre otras cosas, nos deja con las ganas de ver más de ese picante duelo con Santero. No hay que descartarlo para el futuro, porque antes de su partida, Agustín dejó abierta la puerta para un regreso.
Fotos: Prensa TC 2000.
Sigo al TC2000 y deseo que la categoría repunte y recupere el nivel que supo tener. En ese contexto, veo como muy positiva la ida de Canapino, una persona repugnante y permanente factor de discordia. Ojalá se quede en la ACTC y no vuelva nunca más.