UNA VICTORIA NECESARIA.

Tenía que ganar Canapino. Y bajo el implacable sol porteño del Oscar y Juan Gálvez, ganó Agustín Canapino la penúltima fecha del Súper TC 2000.

Tenía que ganar Canapino. O al menos salir segundo, para estirar en una semana la definición matemática del campeonato y así, darle un poco de interés. Un poquito apenas, porque nuevamente al Gálvez pero al circuito 6, llegará como gran candidato Matías Rossi con 27 puntos (145 a 118) de ventaja sobre Agustín, con 33 en juego entre clasificación (3) y la única final (30).  Si hasta incluso la corona puede tener nuevo dueño en la clasificación sabatina.

El Titán cumplió el objetivo de ganar, y mantiene sus tibias chances en el campeonato. Por eso aclara, «no pienso en la definición, sino en ganar la próxima carrera».

Tenía que ganar Canapino. Y en ese objetivo se pasaron algunos límites de la pura competencia. Por eso en la tarde del sábado dos veces partió desde el box de Chevrolet la orden a su compañero Bernardo Llaver para que resignase su triunfo en la carrera clasificatoria en el atardecer. No en beneficio de Agustín, sino de un piloto y marca rival como lo era Leonel Pernía y su Renault Fluence. ¡De locos!, pero concordante con la imperiosa necesidad que Canapino ganase al menos el segundo lugar, y un par de puntos más. Llaver no quiso o no pudo entender el mensaje, y mantuvo su posición de líder hasta el final mientras el nerviosismo ganó el box de Chevrolet. Después, al llegar a boxes Agustín puso más atención en los reclamos a Rubens Barrichello (por un supuesto toque), y a las autoridades técnicas (se quejó que el Renault de Pernia tiraba agua), que en saludar a su compañero por la victoria.

“La idea era que Agustín quedara adelante, pero hubo un problema técnico de comunicación que ya fue hablado y solucionado, Nada más. La comunicación estuvo, simplemente no le llegó a Berni”, explicó Jorge Maíquez, director de marketing de General Motors en declaraciones en programa radial Campeones. Un argumento tan usado como poco convincente en ese tipo de situaciones, ante el no acatamiento de los pilotos a órdenes de equipo. Maíquez también se apuró en aclarar que “ya está todo conversado para la final”, dando a entender la existencia de un recordatorio, ¿o una reprimenda? a Bernie por lo sucedido en el Sprint.

De menor a mayor fue la tarea de Facundo Ardusso sobre el Renault Fluence. Largó 14° la carrera clasificatoria y llegó sexto. En la final avanzó otros cuatro puestos y escoltó al ganador Canapino.

No hubo que espera mucho para confirmarlo. Apenas poco más de una vuelta, cuando Pernía quiso ganarle la cuerda a Llaver y se tocaron en una imagen que curiosamente no mostró la transmisión televisiva. Pernía quedó como efímero puntero, hasta que el deterioro de la goma delantera izquierda lo hizo fácil presa de Canapino.

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Acá mirá el lío entre Llaver y Pernia, desde la cámara on board que se difundió más tarde.

 

¿Y Llaver? Quedó tercero y más aliviado que enojado por cumplir esta vez sin problemas la orden de ayudar a Canapino, algo que tal vez juegue en su favor en la todavía incierta renovación de su contrato con Chevrolet.

Cuesta imaginar que se pueda planear un toque como una forma de disimular una orden de equipo. No quiere decir que haya sido este caso, pero llamó la atención el relato de Canapino al señalar “largué bien pero también Berni y Pernía se movieron rápido, hasta que tuvieron el toque y Llaver me cedió el paso…”. En cambio sonó lógico lo dicho luego, “por suerte lo pude pasar enseguida a Pernia, porque de lo contrario se me iba a complicar…”, declarado por Agustín una vez concretada su 19na victoria en la categoría que dedicó a su abuela fallecida tiempo atrás, a su familia, amigos y en especial a su padre Alberto, en proceso de recuperación del coronavirus.

Llaver volvió a subir al podio pero en domingo, detrás de Canapino y Ardusso. El mendocino cumplió la misión de ayudar a Agustin, tras un sábado con algunos cortocircuitos en las comunicaciones

Sobre un veloz Cruze, Canapino pasó sin problemas a un Pernía con un Fluence herido, y se instaló al frente. El objetivo estaba en marcha y termino de cumplirse al cabo de las 33 vueltas de una carrera sin demasiados atractivos. Ni siquiera la proximidad de un destacado Facundo Ardusso puso en peligro el liderazgo de Agustin. Encima Rossi, el único que podía darle un poco de emoción con la alternativa de coronarse en forma anticipada, pareció más interesado en estirar por una semana los festejos y crucereó en el quinto lugar detrás del Renault de su tocayo y amigo Matías Milla. “No tuve un auto para atacar como en otras carreras. En principio iba por la victoria, pero algunas cosas no estaban como esperábamos… “, explicó el Misil con su clásica habilidad oratoria.

Tenía que ganar Canapino. Estaba claro. Y ganó Canapino…

 

 

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