MÁS PRECISIÓN QUE VELOCIDAD.
Esta es la clave de quienes además darse el gusto de desenchufarse unos días de sus preocupaciones habituales y correr entre amigos con sus autos, pretenden llevarse el sábado por la noche los trofeos mayores de la 14ª edición del Gran Premio Histórico. Una carrera con tramos de enlace y velocidad como el rally pero con una velocidad limitada (80 km/h), que la coloca en el rubro de la regularidad.
El navegante es una pieza clave. Más que en el rally porque lo suyo con hoja de ruta y aparatos en mano, es controlar que se respeten los márgenes de velocidad, que son los que definen los tiempos y por lo tanto el resultado de la carrera. En esos tramos de velocidad, hay controles secretos en la forma de sensores ocultos en el pasto o bolsitas de plástico, colocados horas antes por los organizadores.
La tripulación recién se entera cuando al pasarlo suena el aparatito que llevan en su auto. Ahí comienzan a tener una idea de cómo van en carrera. El procesamiento de los tiempos lleva su tiempo, y por eso los resultados recién se conocen en las primeras horas de la noche. Esos resultados determinan el ordenamiento de largada de la etapa siguiente. Parten separados por treinta segundos.
“Si bien es una carrera que todos disfrutan, no falta quien protesta por algunas decisiones”, le cuenta Ricardo Meritello a Visión en un alto de la cuarta etapa que llevó la competencia de Mendoza a La Rioja.
Acostumbrado también a tratar con pilotos profesionales, este sanjuanino es el director de la carrera en su 13ª participación en este Gran Premio sobre 14 ediciones.”Me gusta el espíritu de la carrera…”, destaca mientras observa como en el servicentro del Automóvil Club Argentino, en Jachal, punto de neutralización de la etapa, los pilotos comparten una mesa café, gaseosa o sándwich Y también hacen cola para recargar combustible.
Como autoridad de la competencia, Meritello maneja uno de los autos de la organización que va monitoreando la carrera Según los tramos se adelanta o espera al grupo de punta. Por delante de la caravana, marcha otro auto oficial “abriendo” el camino e informando de las novedades y posibles complicaciones. Por detrás y como respaldo humano y mecánico cierran el lote una ambulancia, un camión de bomberos, un auxilio mecánico y tres planchas para recoger los autos abandonados o con problemas. Todos están intercomunicados.
Como todo, tiene sus secretos este Gran Premio Historico. A la búsqueda de la mayor precisión y la mayor velocidad, las tripulaciones deben agregarle el toque de la fortuna frente a las imprevisibles contingencias que se les presentan en la marcha, por los diversos tipos de caminos. Quedar detrás de un camión o tener que levantar frente a la imprevista aparición de algún animal que se cruza en la ruta, suele ser letal para quebrar el ritmo de marcha fríamente calculado para los tramos de velocidad. Y ese quiebre puede definir la carrera.
La dupla padre-hijo de Luis y Gastón Galardi (Peugeot 404) buscarán no tener ese quiebre. Tras ganar la cuarta etapa aumentó a 2s017/1000 su ventaja sobre Moisés y Maximiliano Osman, otra dupla padre-hijo con otro Peugeot 404. En un Gran Premio de velocidad sería la promesa de un duelo emotivo en los tramos finales. En este particular Gran Premio Histórico, «es una ventaja difícil de descontar, porque las diferencias que se pueden limar son de apenas unas décimas de segundo», de acuerdo al pronóstico de Miguel Gómez Fernández, ganador de las cuatro últimas ediciones del Histórico pero que en esta versión 2016, marchaba lejos (26º) de la punta, pagando el precio de tener un nuevo navegante en la butaca derecha de su Peugeot 404. Un precio que es tan alto como la importancia del navegante.
Por el equipo de VA (Especial desde La Rioja)
Fotos: Mónica Paz