POR GUILLERMO BLANCO (*) “¡Cómo anda, Pepe!!!”, lo saludé un día en su box de la calle Uruguay al 200, cerca del Congreso. “Bien, Guillermito, pero no me levantes el capot”…
Más que el físico era la edad lo que le hacía pensar a José Froilán González sobre la finitud de la vida. Pero igual seguía acelerando como siempre. Y andaba de acá para allá. Agasajo e invitación tal, velorio de algún amigo, medalla por su historia política, homenaje como aquel que buena parte de la comunidad de 9 de Julio le hiciera en julio del 2001. Es que don Pepe había comenzado su actividad como piloto sobre un Ford de la Fuerza Limitada propiedad de Luis Bonello, con el que llevó el nombre de nuestro pueblo por otras partes de la geografía argentina antes de ser subcampeón mundial. Y ahora se estaban cumpliendo 50 años del primer triunfo en la historia de la marca Ferrari en Fórmula 1, con él como piloto.
Qué mejor entonces que el reconocimiento global. Todo se inició con una idea que le transmití al entonces intendente, Jesús Blanco, y con su entonces director de Deportes, Héctor Seijo, arrancó la carrera para la culminación, gran cena coincidente con el 60° aniversario del club San Martín, y no fue casual, ya que esta institución fue señera del automovilismo local.
Sin la participación de Guillermo Maldonado y Daniel Cingolani la dimensión hubiera sido otra. Yoyo se encargó de traer aquel mítico auto que dormitaba en el Museo de Fangio en Balcarce, y junto a Daniel de reforzar la convocatoria para la llegada de los ex corredores de Fórmula 1 argentinos Oscar Larrauri, Miguel Angel Guerra, Esteban Tuero, Gastón Mazzaccane y también al sobrino de Fangio, Juanmanuelito, quien no alcanzó a subirse a la máxima categoría mundial. No pudieron arribar Ricardo Zunino ni Carlos Reutemann, a quienes también se invitó.
“Esto parece una clínica, no un taller”, exclamó Froilán cuando lo llevamos a conocer las pulcras instalaciones que Yoyo tenía en la avenida Mitre al fondo. “¿Y qué es de la vida de los muchachos que estaban con Bonello?”, preguntó. Un rato después tendría la respuesta en vivo cuando un abrazo los encontró con algunos, un poco más viejos, aunque con el mismo amor por la mecánica de aquellos días cuando probaban el Limitada por la Vedia, desde la Río Negro –taller de los Cavalli-, hasta la estación ferroviaria.
Para la ocasión pudimos traer varios periodistas de medios masivos, quienes realizaron una cobertura de aquellas épocas, e incluso algunas fotos fueron incluidas en revistas de Italia e Inglaterra. Y durante la cena se lució con su inigualable retórica y manejo del tema el colega Julio Guerriere, inolvidable relator de carreras desde el avión de Carburando y referente central del periodismo autóctono.
“Lindo haberlo vivido pa´ poderlo contar”, dice el tema “Chiquillada”, propularizado por José Carabajal y por Leonardo Favio. Algo parecido afirmaba el ilustre escritor colombiano Gabriel García Márquez. De qué valdrían este tipo de acontecimientos si quedaran encerrados en y enterrados en el momento de realizarse. Y más tratándose de carreras, donde siempre hay que ir para adelante, como lo hizo José Frolián González hasta aquel sábado 15 de junio del 2013, cuando el motor le tosió por última vez.
(*) Periodista de vasta y reconocida trayectoria, nacido en 9 de Julio
Un grande en todo sentido Froilán. Gracias por este recuerdo.