Inicio Qué querés saber Columna opinión ¿EN QUÉ QUEDAMOS MUCHACHOS?

¿EN QUÉ QUEDAMOS MUCHACHOS?

Por

1882

Y AHORA NOS QUEJAMOS…

La Gran Alan Jones hizo Agustín Canapino en Oberá con su ausencia en el podio. A diferencia de la bronca del australiano en el Gran Premio de Brasil 1981, porque Carlos Reutemann, su compañero en el equipo Williams de Fórmula 1, no obedeció la orden de dejarlo pasar, la de Agustín estuvo provocada porque él fue quien tuvo que acatar la orden de las autoridades de la carrera y devolverle una posición a Manuel Urcera, a quien metros antes había superado en una arriesgada maniobra.

Abundaron las opiniones, la mayoría en forma crítica para Agustín. Se entiende por lo discutible de la maniobra y por la personalidad áspera del arrecifeño. Una característica de los pilotos que van al frente, aunque algunos la disimulen. ¿O acaso Ayrton Senna, Michael Schumacher y Lewis Hamilton cosecharon verdaderas simpatías entre sus rivales?.

apodiosin — Un podio de dos y sin Canapino. Su ausencia provocó diversos comentarios

Pueden entenderse estas críticas a Canapino pero no se corresponden con lo que hasta hace poco, muchos de esos mismos fiscales del automovilismo que ahora lo acusan, pedían para recuperar el atractivo de las carreras “exigiendo” duelos chapa a chapa con sobrepasos y pilotos contestatarios y rebeldes. Tampoco encaja la postura crítica con aquellos que extrañaban los autazos entre Juan María Traverso, Ernesto Bessone, Cocho López, Guillermo Maldonado y companía y que añoraban los portazos del Flaco y los exabruptos de Marquitos Di Palma como símbolos de rebeldía .

A su manera, Agustín hizo lo que muchos pedían. Fue al frente, intentando un sobrepaso que a su vez también pregona la categoría con el sistema de recargos aunque a veces no elige los circuitos más adecuados. Fue a buscar la carrera con su conocida agresividad y con una mayor audacia de la que un rato antes había mostrado durante toda la segunda serie en su inútil intento de superar a Matías Rossi, pese que el Toyota no era tan rápido como el Chevrolet. Seguramente ese menor respeto profesional que, por su menor experiencia, Canapino tiene con Urcera en comparación con Rossi, le hizo decidir a la riesgosa apuesta del sorpasso. Perdió e hizo perder. Puede sonar a injusto pero es una de las reglas de este juego de los sobrepasos.

alcuahíndice — El áspero duelo entre Canapino y Urcera, que terminó con el palpitado toque,que aprovechó Llaver para ganar

-publicidad-

Si la maniobra en pista confirmó al Canapino conductivamente agresivo que conocemos, su actitud de no ir al podio ni a la conferencia de prensa, mostró al personaje verdadero que tantas veces en ocasiones similares se encubrió con frases de compromisos, gestos resignados o silencios. Esta vez saltó publicamente y lo explicó con el «soy asi” en la tranquilidad del trailer del equipo. Por encima de lo que puedan reclamarle los patrocinantes y los directivos del Súper TC 2000 por compromisos asumidos, suena exagerado calificar de “falta de respeto” a los hinchas esa ausencia de Canapino en el tercer escalón del podio.

Seguramente sus verdaderos hinchas habrán disfrutado mucho más con este Canapino rebelde, que incluso tuvo mayor exposición que el ganador y su escolta, que con ver a un Canapino abatido en el podio y repitiendo en la conferencia de prensa esa muletilla de “felicito al ganador y al segundo…” que escuchamos todos los domingos y que en este caso, como en muchos de otros colegas menos contestatarios, lejos estaba de los sentimientos de Agustín. Vale esa rebeldía más allá de las formas. ¿O no era la que pedíamos para terminar con la rutina de pilotos caseteros y sumisos, como también se solicitaba ese chapa-chapa que ahora se analiza con una agudísima lupa por parte de las autoridades?.