PASARON CINCUENTA AÑOS
Y pasaran algunos más para algo que en los comienzos del Mundial de Fórmula 1 era una costumbre: el triunfo de un piloto italiano en el Gran Premio de Italia. Por de pronto ya no será este fin de semana cuando la nueva edición de esta clásica cita en Monza ni siquiera muestre a un piloto local entre sus 22 participantes como ocurre desde el 2012, luego que un año antes Jarno Trulli (Lotus) y Vitantonio Liuzzi (HRT) fueron los últimos italianos que corrieron su Gran Premio. Desde entonces las expectativas de los tifosi estuvieron puestas en Ferrari, el gran y eterno símbolo italiano en la Fórmula 1.
Hay que introducirse en el túnel del pasado y retroceder en el tiempo hasta el 4 de septiembre de 1966 para encontrarse con la última victoria de un italiano en Monza. Algo que era común en los primeros años del Mundial con los triunfos de Giuseppe Farina (1950) y Alberto Ascari (1951 y 1952) pero que luego tuvo un bache hasta ese domingo de hace medio siglo, cuando todos los planetas se alinearon en torno a Ludovico Scarfiotti. Este turinés, nieto del primer presidente de Fiat, no era una de las estrellas de aquella recordada Fórmula 1 donde brillaban Jim Clark, Jack Brabham, John Surtees, Dan Gurney, Jackie Stewart, Graham Hill. Especialista en autos Sport y carrera de trepadas, llegó a Ferrari a mediados de esa temporada para cubrir el hueco dejado por la partida de Surtees, quien dio el portazo cuando en las 24 Horas de Le Mans le quisieron imponer un pilotos para compartir la Ferrari Sport. Ese piloto era Scarfiotti…
Se le dieron todas a favor a Scarfiotti aquel primer domingo de septiembre en el que fue apenas el tercero de los diez Grandes Premios puntables que corrió. La rotura de los motores (ese año se estrenaron los de tres litros) dejó prematuramente afuera a Stewart, Hill, Stewart y Brabham. Este último tuvo el consuelo que el posterior abandono de Surtees, lo convirtió en tricampeón mundial y en el hasta ahora, y seguramente por siempre, único piloto que fue campeón con un auto de su propia construcción. También benefició a Scarfiotti, el temprano retraso de su coequiper y compatriota Lorenzo Bandini, la gran promesa peninsular de aquellos años. Todo esto dejó a Ludovico al frente al promediar la carrera. La amenaza que a sus espaldas podía representar Mike Parkes, su otro compañero, se atenuó con la preocupación que tuvo el inglés para contener a Denny Hulme, y con la orden de Enzo Ferrari, presente en boxes, de mantener las posiciones para favorecer el triunfo de un italiano. ¿Habrá intuido que sería el que abriría un largo paréntesis todavía no cerrado?
Scarfiotti corrió otros siete Grandes Premios antes de matarse en una carrera de trepada en Rossfeld, Alemania el 8 de junio de 1968. Ese fin de semana, el italiano debía correr el Gran Premio de Bélgica pero desistió de hacerlo por su reconocido temor al circuito de Spa y cedió su butaca al local Lucien Bianchi, abuelo de Julian, la última víctima fatal de la Fórmula 1 por su trágico accedente en Japón 2014. Por entonces Bandini ya era un recuerdo tras morir carbonizado en Mónaco 1967. A partir de ese momento varios italianos (Brambilla, De Angelis, Patrese, Alboreto Nannini, Fisichella y Trulli) ganaron Grandes Premios pero nunca en Monza. Riccardo Patrese (1983) y Teo Fabi (1986) amennazaron con poles pero fallaron en carrera. Quien más cerca estuvo fue Michele Alboreto en 1988, escolta a 502/1000 de Gerhard Berger en el 1-2 de Ferrari., cuatro semanas después de la muerta de don Enzo
Pasaron 50 años, medio siglo. Mucho tiempo de un grito contenido de los tifosi que por ahora sólo encuentran desahogo con Ferrari…
Por M.S.