TOMÁ NOTA.

Los motores de turbo comprimido se han impuesto últimamente en la industria automotriz. Este tipo de motor, aun siendo más pequeño, mantiene el torque y la potencia, reducen la cilindrada y, principalmente, el consumo de combustible, lo que se traduce en una menor cantidad de emisiones de carbono y de contaminación ambiental.

Ahora bien, ¿Cómo surgen los motores turbo comprimidos y cuál es la importancia de los lubricantes en ese proceso?

La cantidad de combustible que puede necesitar un motor se limita por el aire que hay dentro del cilindro. Ese aire tiene un 21% oxígeno y el combustible que se puede quemar dispone solo de ese porcentaje para la combustión.

Para potenciar el uso del motor es necesario incorporarle más aire; esta necesidad dio origen a los compresores que derivaron en turbocompresores, aparatos que se ocupan de brindarle al motor tanto aire como sea posible en pistones relativamente pequeños, lo que permite poner mucho combustible y generar más energía. La energía para comprimir se puede obtener de los gases del escape con alta temperatura (lo que significa también energía), muchas veces desaprovechados.

Entonces, ¿cómo se pueden aprovechar esos gases? la respuesta es: a través de los turbocompresores.

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Su funcionamiento se basa en dos turbinas. Una de ellas es impulsada por los gases del escape, mientras que la otra turbina los comprime e incorpora aire dentro del cilindro. De este modo, un vehículo que posee un motor con turbo tiene la capacidad de contar con un motor más chico, pero manteniendo la misma potencia. Por ejemplo, motores de un litro y medio están generando 300 o 400 HP, fenómeno que en otros tiempos era impensado. No obstante, aunque este tipo de motores ofrece beneficios, también está expuesto a graves problemas: uno de ellos radica en la temperatura que puede alcanzar el escape, que puede ser de 750°C y hasta 1000 °C. Y es en este punto donde los lubricantes cobran importancia.

Para que los motores de turbo comprimido funcionen correctamente es necesario que cuenten con un lubricante que soporte las 100 mil revoluciones por minuto que pueden alcanzar; que lubrique de forma adecuada el eje y que, a la vez, enfríe y evacúe temperatura para que el sistema no se queme. Y estas funciones no las logra cualquier lubricante, sino aquellos desarrollados específicamente para este tipo de motor, en su mayoría son los sintéticos.

Por tal motivo, a la hora de realizar un reemplazo de lubricante en un vehículo con motor de turbo comprimido hay que asegurarse de que el producto que se le va a colocar sea apto para motores sobrealimentados. Utilizar lubricantes convencionales en motores de turbo comprimido puede tener un costo muy elevado, tanto como el valor de un turbocompresor.

 

Fotos: prensa Mobil.

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