NI JULI, NI SANTERITO.
Hace rato que a Julián Santero tenés que llamarlo así. El camino hacia su definitiva consolidación, para pasar revestir caracter de figura del automovilismo nacional, concluyó. El mendocino integra el top 10 de los mejores y avanza sin pedir permiso, respaldado por sus dos muñecas y la capacidad y dotes conductivos.
Después de 45 presencias en Turismo Carretera y cuatro victorias, consiguió por fin la primera pole. Y en el Gálvez, donde todo guarda un sabor distinto. Sumó la tercera al hilo, muestra elocuente de encontrarse en un nivel superlartivo, además había ganado el anterior fin de semana en la Clase 3 de Turismo Nacional en Bahía Blanca.
Bien sabido es y hasta redundante suena; si sos un gran piloto, necesitás de un auto acorde que te acompañe. Y Julián lo cuenta y además, apoyado en un equipo sólido, consistente y aspiraciones como el Memo Corse de Marcelo Occhionero, demostrado su potencial al coronarse campeón 2020 merced a Mariano Werner. Este año con el soporte técnico del Alifraco Sport.
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Figuras acechadas por el piberío. Guillermo Ortelli no encuentra el rumbo, 29º; Norberto Fontana 34º lo mismo; Emanuel Moriatis 35º y Christian Ledesma pintaba y tuvo problemas 36º.
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El Ford con el motor en sus entrañas preparado por el sabedor Fernando García, retornado al automovilismo, decisión en la que tuvo que ver su amigo Walter Hernández, campeón de TC en 1993, ratificó lo mostrado en la apertura en el Mouras, va para adelante sin miramientos. Rápidísimo (Julián promedió casi los 220 km/h para completar el circuito 12) y afirmado al piso.
Agustín Canapino, fue su escolta en el Chevrolet de la Squadra Canapino, emprendimiento que con la lamentada muerte de Alberto, dejó un vacío que Agustín, Guillermo Cruzzetti (mano derecha y socio de Alberto), técnicos y mecánicos, se empeñaron en cubrir con la premisa de mantener viva la impronta del arrecifeño desaparecido.
Desde ya, perfilados los candidatos, tratándose del TC imprevisible como ninguna otra categoría, arriesgar un nombre ganador había sonado a jugada incierta. Mauricio Lambiris puso tercero a otro Ford y cuarto niveló la puja entre las dos marcas, el Chevrolet dorado número 7 de Gastón Mazzacane, así decorado en tributo al gigante Roberto Mouras y el inolvidable Chivo «siete de oro» del ´76.
La puja de los del óvalo vs Chivos, la acentuaron Manuel Urcera en la Chevy atendida por Walter Alifraco en quinto lugar y el Falcon del campeón vigente Mariano Werner, sexto, alistado por el Guri Martínez y su team. En un año al parecer cuesta arriba para Torinos y Dodge, Juan Cruz Benvenuti, subcampeón, mejor Torino 10º y Juan Martín Trucco 13º, Dodge más adelantado entre los escasos colegas de marca.
El acompañamiento al TC, infatable TC Pista, irreconocible respecto a aquel de los comienzos. Hoy se topan autos competitivos y un conjunto de pibes nuevos que piden cancha en su última etapa, antes de entrar los graduados, en el TC. Los Dodge a diferencia del Turismo Carretera, se quedaron con la reñida clasificación, Santiago Álvarez del JP Carrera de sólo 21 años, adelante y a continuación otro que va fuerte, el pilarense Martín Vázquez y detrás el santafesino Ian Reutemann.
Un poco más de 3000 personas en total, por primera vez desde el reinicio del TC luego del parate por la pandemia, en septiembre de 2020, autorizadas a concurrir al Gálvez luego de comprar sus tickets, era probable que asistieran a una carrera que justificara haber pagado la entrada.
Fotos: ACTC.
