CLASICO

Y
MODERNO












Por Pablo Vignone


Que la Fórmula 1 vuelva a encender los motores después de tres semanas de silencio es una buena noticia. Que lo haga en los bosques de las Ardenas, entre las suaves ondulaciones de las colinas que rodean a Spa-Francorchamps, es todavía mejor. El circuito no es un clásico del automovilismo mundial por accidente: inaugurado en 1924, solo Monza, de los trazados aún en uso en el Mundial, lo antecede. Y la mística que logró construir en casi 90 años de tránsito a pura velocidad tampoco es casual. En Spa-Francorchamps ganan verdaderamente los que saben. Que los máximos vencedores en el fantástico asfalto belga hayan sido, todos campeones del mundo, no es una simple coincidencia.

La Fórmula 1 todavía no se llamaba así cuando fue a disputar el primer Grand Prix de Bélgica, en ese triángulo de más de 14 kilómetros de extensión, que unían los poblados de Francorchamps, Malmedy y Stavelot, muy cerca de la ciudad de Spa, un reducto de reconocidas bondades como paraíso termal. La leyenda dice que los Alfa Romeo habían sacado tanta ventaja en ese primer GP que se organizó un banquete en pleno box. Los pilotos detuvieron sus máquinas, compartieron la mesa y el vino con los mecánicos ante la mirada azorada y burlona de los espectadores, y luego reanudaron, imbatidos, su marcha. Antonio Ascari, el padre de Alberto, conquistaría aquella victoria, antes de perder la vida a la carrera siguiente, en Monthlery (Francia).

La década del ’30, por supuesto, puso en escena el incontrastable liderazgo alemán, al que ni Alfa Romeo ni Bugatti pudieron oponerse, aunque el GP de 1934 lo conquistó uno de los coches franceses porque al llegar a la frontera belga, enterados de que la aduana quería cobrarles impuestos por la importación de 3.000 litros de combustible –el que habían preparado especialmente para competir- los equipos Mercedes Benz y Auto Union dieron media vuelta y regresaron por dónde habían venido. La anécdota no impidió que máquinas y pilotos germanos pusieron su sello al circuito hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

En ese entonces, después de la recta en bajada dónde estaban emplazados los boxes, el trazado conducía a una lenta horquilla, llamada “de la antigua aduana”. Los organizadores, queriendo de hacer del angosto, bordeado de pinos, circuito el más veloz de Europa, cortaron la horquilla construyendo artificialmente una ese, a izquierda y derecha, en subida muy empinada. Esa era Eau Rouge, una de las curvas más emblemáticas de la historia del automovilismo mundial. En la larga recta de Masta, que conectaba dos de los vértices del triángulo carretero, Hermann Lang puso a su Mercedes a 310 km/h en 1939, la carrera en la que Richard Seaman perdió la vida:

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Las Ardenas vivieron uno de los episodios más amargos y violentos de la Segunda Guerra Mundial. Todavía en Malmedy, a pocos kilómetros del antiguo trazado, se erige un cementerio estadounidense de víctimas de la última ofensiva nazi en 1945. Al año siguiente, Spa-Francorchamps volvió a gozar con el automovilismo. Y la impronta de los campeones del mundo comenzó a transmitir el mensaje: ganar allí no era para cualquiera. El primero en dejarlo fue Juan Manuel Fangio, vencedor en 1950, 1954 y 1955:

A la década siguiente el escocés Jim Clark imprimió su huella ganando cuatro Grands Prix consecutivos, entre 1962 y 1965, este último bajo una tormenta demencial. Lo más curioso de todo era que Clark odiaba s Spa, sus interminables rectas, sus banquinas traicioneras, su constante tuteo con la tragedia. Para que tengas una idea más acabada de lo que era manejar en ese circuito que no perdonaba siquiera un carraspeo, en este repaso rápido con imágenes de 1958:

Tan difícil y duro era Spa-Francorchamps, que durante 34 años mantuvo el dudoso record de ser el único circuito en el cual dos pilotos, Alan Stacey y Chris Bristow, hallaron la muerte en un mismo fin de semana de Fórmula 1, en 1960. Imola, en 1994, reclamó también la desagradable marca. Tan truculento, que que solo ocho de los 16 autos que largaron la edición de 1966 pudieron cumplir la primera vuelta. Uno de los damnificados fue Jackie Stewart, otro de los que tampoco se sentía cómodo en el trazado belga. Salvó su vida por milagro para dedicarse a liderar una campaña que acabaría con el Spa tradicional, allí dónde en 1968 Bruce McLaren le diera la primera victoria en el Mundial de F-1 a la marca que había fundado y que hoy es la segunda más tradicional de la historia del torneo, después de Ferrari. La de 1970 fue la última edición en el circuito de 14 kilómetros: la ganó el mexicano Pedro Rodríguez con un BRM V12 a un formidable promedio: 241,360 km/h…

A diferencia de otros circuitos que perdieron el alma después de una remodelación, Spa-Francorchamps conservó su gracia. Ya no tenía 14 kilómetros en 1983, cuando regresó la Fórmula 1, sino algo menos de la mitad, pero las curvas rápidas, los cambios de nivel y la exigencia conductiva, dentro de un marco de seguridad más adecuado, mantuvieron el prestigio del conjunto. El circuito belga mantenía su espíritu clásico dentro de un desafío moderno. Alain Prost logró ganar dos Grands Prix, en 1983 y en 1987, pero los ’80 vieron inaugurada la era de Ayrton Senna, que venció en cinco oportunidades en Spa: en 1985, 1988, 1989, 1990 y 1991, las últimas cuatro en forma consecutiva. En esa última edición debutó un jovencito alemán que todavía sigue dando que hablar, Michael Schumacher.

El piloto de Kerpen corrió en Spa 1991 la única competencia de su carrera para el equipo Jordan; en su debut ensombreció a su compañero de equipo, el veterano Andrea de Cesaris, clasificándose séptimo para largar, y solo la inexperiencia le permitió quemar el embrague a apenas 500 metros de la largada. Schumacher se tomaría revancha al año siguiente, conduciendo ya un Benetton, consiguiendo la primera de las 91 victorias que alcanzó en la F-1 hasta 2006. De esos 91 triunfos, seis fueron en Spa-Francorchamps: 1992, 1995, 1996, 1997, 2001 y 2002. En el 2000 no ganó porque fue “víctima” de una maniobra magnífica (relatada en finlandés):

Mika Hakkinen, el verdugo de Schumacher en esa maniobra, no logró dominar tanto a Spa como su compatriota –y sucesor en McLaren- Kimi Raikkonen, cuyo estilo siempre encajó a la perfección con las exigencias del asfalto belga. Raikkonen ganó en 2004, 2005, 2007 y 2009, su última victoria para Ferrari, después de una fantástica batalla con el Force-India de Giancarlo Fisichella.

De los pilotos que este fin de semana desafiarán la leyenda de Spa-Francorchamps (Eau Rouge no es lo que fue, ahora la mayoría la toma a fondo sin levantar el pie del acelerador) solo Schumacher y Felipe Massa (en 2008) lograron triunfar. Un sensacional prospecto para cualquiera de los cinco líderes del actual torneo, Mark Webber (161 puntos), Lewis Hamilton (157), Sebastian Vettel (151), Jenson Button (147) y Fernando Alonso (141). McLaren no tendría que estar tan lejos de RedBull y de Ferrari como lo estuvo en los últimos Grands Prix. ¿Nos preparamos para una carrera que puede resultar, como tantas otras en el álbum de recuerdos de Spa-Francorchamps, histórica?

Videos: youtube.com

19/8/2010



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3 COMENTARIOS

  1. soy médico cardiólogo, me gustan los autos y la Fórmula 1, sigo este sitio porque aparecen notas muy interesantes como esta del circuito de Belgica, excelente

  2. Notas como esta me dan ganas de madrugar para ver la F1, lástima que después es tan aburrida. Por suerte siempre hay un romántico que las relata con nostalgia.

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