LAS COSAS SEGÚN UN AVEZADO PERIODISTA Y POLIFACÉTICO HOMBRE DEL MUNDO FIERRERO.

La verdad que a mis sesenta y cuatro años me puse a pensar sobre un tema que me apasiona; claro, los autos de carrera.

Todo comenzó alrededor de mis nueve años, producto de la admiración hacia mi tío, Jürgen Nathan. Algunos lo recordarán, participaba en carreras de Turismo Anexo J y traía el Peugeot 404 a la casa de mi abuela. Yo pasaba horas sentado en la butaca haciendo ruidos con la boca, je!; como si desandara las rutas por donde se corría el Gran Premio.

Los vecinos se juntaban para observar el auto, podían estar cerca, tocarlo, sentirse parte. Alguno se ofrecía a poner una publicidad o prestar una camioneta para hacer de auxilio.

En aquel entonces mirábamos asombrados a los “profesionales” visitantes, las suecas Ewy Rosqvist y Ursula Wirth con el Mercedes 220, el polaco Sobieslaw Zasada, ¡iba rápido!;  “Lepro Olmedo”, los que venían desde Uruguay.

Las recordadas suecas en el Mercedes Benz 220 a mediados de los ´60 en un Gran Premio. (Foto archivo Mercedes Benz)

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¿Asoma acaso como lógico, trazar una comparación con los invitados que han venido a los 200 Km de Buenos Aires?; sí, en ediciones anteriores. Verlos pasar en aquellos años a los nuestros y a las visitas por la Avenida del Libertador, o ir a esperarlos a Pergamino. allá donde después de más de diez días, llegaban con heridas de “guerra”. Los veías llegar, “las suecas”, al polaco,  los  Mayorga, Rodríguez Canedo, Reutemann y tantos.

Repito venía mi tío con el auto a casa.

Había algo en común, en cualquier barrio o ciudad existía un referente del deporte motor. Se llenaba de curiosos, mirábamos, hacíamos mate o los acompañábamos a la ruta para la clásica tiradita.

Después en mi historia de vida junto a los fierros, vinieron las “visitas” a los talleres de Baufer, célebre sitio donde se hacían los TC y Sport Prototipos de la época. Al de “Paco” Martos donde “vivía” el F2 de Cocho López, o al de la Comisión de Concesionarios (CDC) de General Motors en Villa Pueyrredón. Ahí te encontrabas a los Chelco que manejaban Néstor García Veiga y Mauricio García. Estaban cerca de mi casa, iba caminando o en bicicleta a verlos, me sentía más cerca de los autos de carrera. Esos mismos autos, que llenaban las tribunas de cualquier autódromo argentino y por las de ellos.

El Turismo Anexo J o Grupo 2 colmaban los circuitos, y no había televisión; sábado y domingo a pura actividad en las pistas. Y si recordamos al Turismo Carretera, el calendario se desarrollaba en su mayoría en la ruta, y acompañaba el público a lo largo de kilómetros y proveniente de todos lados.

Con lo que cuento hasta acá, quiero reflejar desde mi experiencia personal lo importante que era estar CERCA de los autos. Los pilotos no eran divos, y los talleres estaban “a la vuelta de la esquina”.

Transité muchos años el ambiente del automovilismo nacional. Desde ser banderillero, acompañando equipos; en el periodismo, una pasión que nunca se olvida, y hasta me di el gusto de participar como “piloto” en carreras. Significa pues que siempre traté de estar cerca de los fierros.

Tuve autos Fiat y Peugeot, y los hacía con amigos parecidos a los que corrían. Hoy no veo muchos autos “pisteros”, que pretendan asimilarse a los del actual Turismo Nacional o Turismo Pista,  y ni hablar al Turismo Carretera, cuyos coches cada vez han dificultado más la distinción a lo lejos de sus modelos originales.

Y estaba también el TC 2000, que era un conjunto de equipos oficiales con nombres como Traverso, Guerra, Maldonado, Del Río, Cocho, Bessone, y donde también había lugar para los Crocco, Torriani, Daray de equipos particulares.

Automovilismo actual, Turismo Nacional, Clase 3.

 

Hoy se ven muchos equipos con ingenieros, técnicos, RR.PP., en talleres amplios y completos en el caso del Súper TC 2000, concentrados en una provincia, lo que no es bueno ni malo, pero lejos del público tuerca.

Pilotos de las muchas categorías que tenemos bajan de sus autos, entran en las salas de reuniones y se enfocan en la electrónica para mejorar el rendimiento de sus sofisticados autos; transmisiones de TV que son cada vez más notas a  políticos locales y el mutuo agradecimiento entre ellos y directivos. Todo cada vez más lejos del público, de los seguidores.

Pregunto a gente del ambiente:

¿Recuerdan que uno era hincha de Fiat o Peugeot?. Ahora, hoy ¿lo son de Nissan o Toyota, de un Corolla o un Ford Focus?

Permítanme dudar.

Puede ser que el TC mantenga a Ford o Chevrolet, Torino o Dodge, aunque mucho monomotor, amortiguadores a sorteo, partes estandarizadas, etc.

Si en los años dorados de nuestro automovilismo, de los cuales estamos lejos, hubiese habido celulares ningún piloto podría haber caminado tranquilo. ¿Por qué? Esos eran ídolos cercanos a la gente. Algunos mecánicos que te arreglaban el auto de día, y a la tarde se hacían el de carrera y sí, en el mismo taller.

En la actualidad son habituales las notas del periodismo a directores, ingenieros, dirigentes, pilotos. Lejos del público, y eso ha llevado junto a otros factores, a que el automovilismo haya perdido adeptos.

Hay muchas categorías similares. Varios TC, dos categorías nacionales de Turismo con los mismos autos y apariencias, y una que es Súper pero cada vez más acotada.

Mi análisis me lleva ahora a pensar en otro aspecto:  Ningún presidente de un categoría es piloto de la misma como supo ocurrir, condición que reforzaba lazos.

La APTC2000, que regía los destinos del TC 2000, era integrada por dueños de equipos y pilotos, y todos defendían sus intereses. De aquellos tiempos a pasar a los actuales  a manos de una productora…

Los jóvenes pueden pensar que uno es un melancólico. Puede ser, pero ese automovilismo era más participativo, mucho más abarcativo y  cercano si pensamos en la gente. Eso hacía crecer la actividad, la llegada de publicidades genuinas que encontraban en el fierrero una manera de promover sus productos.

Ahora bien, ¿cómo puede ser que la industria automotriz haya interpretado los gustos y preferencias del usuario, y no haya sucedido lo mismo con el automovilismo deportivo que sigue perdiendo popularidad?

Me convertí en una persona que quiere al deporte de los fierros con tan rica historia en nuestro país, y no creo que la impronta inyectada haya sido proporcional al acercamiento con el público.

En otro contacto merced a los amigos de visionauto, si querés hablamos de las divisiones existentes en el automovilismo argentino, y la lejanía de su dirigencia.

Insisto:

¿Todo tiempo actual es mejor?

 

Por Claudio Waldmann (*)

 

 

(*) Periodista deportivo, 38 años de trayectoria en radio, medios gráficos y TV. 15 años como Jefe de Prensa de APAT.

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