25 AÑOS.

Son los que transcurrieron desde aquel otro 29 de junio, pero de 1997, en el que Argentina pareció que había encontrado el piloto indicado para transitar con continuidad el camino de la Fórmula 1 que buscaba desde el retiro de Carlos Alberto Reutemann. Ese piloto era Norberto Edgardo Fontana, o «Fontanita» como se lo llamaba por sus entonces juveniles 22 años. Había hecho la escala lógica por esos tiempos (después del karting y de un fugaz paso por la Fórmula Renault en Argentina se fue a Europa) con títulos en la Fórmula Ford Suiza y la entonces competitiva Fórmula 3 Alemana, donde derrotó nada menos que a Ralf Schumacher, además de ganar el famoso Master de la Fórmula 3 en Zandvoort.

Su padre Héctor fue un importante apoyo humano y económico que Norberto Fontana tuvo en su primeros años en Europa. Ambos vivieron en una casilla rodante frente al circuito de Hockenheim.

Dichos logros despertaron la atención de los popes de los equipos de Fórmula 1, siempre atentos a la aparición de nuevos valores. Así se concretó, como piloto de pruebas, la incorporación de Norberto a Sauber, un equipo suizo del medio del lote, casi ideal para probar y probarse en los difíciles primeros pasos en la Fórmula 1. La idea era foguearlo en los ensayos privados al tiempo que mantenía ritmo de competencia con autos de alta potencia en la Fórmula Nippon Japonesa. Un plan lógico para llegar bien preparado a la Máxima. El destino tenía otro plan. Pareció mejor, solamente pareció….

El viernes 20 de junio de hace un cuarto de siglo el ambiente del automovilismo argentino se conmovió con la noticia llegada desde Europa. Sauber anunció el debut de Fontana con uno de sus autos en el Gran Premio de Francia, a correrse el domingo 29 en Magny Cours. La inesperada oportunidad surgió ante la lesión (fractura de un brazo durante unas pruebas) del italiano Gianni Morbidelli, el piloto titular del equipo. “Sabía que Norberto iba a llegar” comentó orgulloso Alberto Canapino en el Autódromo de Paraná donde se encontraba para una carrera de TC 2000. Otras voces de pilotos y dirigentes nacionales matizaron el entusiasmo con cierta preocupación porque “si un argentino vuelve a correr en la Fórmula 1, los medios no le van a dar más bola al automovilismo local como pasó en la época de Reutemann…”. Un pensamiento chico que no tuvo oportunidad de comprobarse en los hechos.

Toda la ansiedad y tensión en el rostro de Norberto Fontana a poco de salir a la pista de Magny Cours en su presentación en la Fórmula 1..

Llegó así el esperado día del debut el 29 de junio de 1997. Fontana clasificó 20° (su experimentado compañero Johnny Herbert fue 14°) sobre 22 autos superando sólo a los Minardi del brasileño Tarso Marques y el japonés Ukyo Katayama. Su carrera duró hasta que se despistó en la vuelta 41 mientras marchaba último. En cambio fue extensa la reunión en el motorhome del equipo con Peter Sauber, su equipo y los allegados al argentino. Se prolongó hasta bien avanzada la tarde, al punto que el recordado colega Alfredo Parga tuvo que interrumpirla brevemente para pedirle a Norberto que concediera “al menos cinco minutos” para atender al grupo de periodistas argentinos que esperaban pacientemente. Por entonces, bañadito y cambiadito, Michael Schumacher se paseaba por el paddock contando una y otra vez su victoria sobre la Ferrari.

Pasó así el tan esperado debut. Sin decepcionar totalmente, Fontana tampoco se destacó. Hizo lo que podía hacer. Ni menos, pero tampoco sin ese plus que a veces es considerado por los equipos más allá de los resultados. Sucedió lo mismo en las siguientes tres carreras (Inglaterra, Alemania y Jerez de la Frontera) que en cuentagotas y con confirmaciones a último momento Sauber le permitió correr a Norberto. Una muestra que el suizo no estaba muy convencido que ese era el momento para que el argentino pegase el salto a la Fórmula 1. Debió ceder por cláusulas del contrato que hicieron valer los allegados a Norberto presionados por los directivos del canal argentino (Telefé) que transmitía las carreras de Fórmula 1. “Quería que Fontana estuviese más tiempo en la Formula Nippon de Japón para que se adaptase más a la potencia y así llegar mejor preparado al año siguiente. En ese momento Fontana era lento para la Fórmula 1” le reconoció sin vueltas Peter Sauber a quien esto escribe en los boxes del Albert Park australiano en 2000.

Fontana mantuvo en su debut en Francia un duelo con el Minardi del japonés Katayama. Finalmente el argentino abandonó.
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Por entonces y tras frustrados intentos de reinsertarse en la Fórmula 1 con Tyrrell y Minardi y un fugaz paso por el CART norteamericano con el equipo de John DellaPenna, Fontana ya había pegado la vuelta al automovilismo argentino donde poco a poco fue reencontrándose con los éxitos. Así llegaron victorias en todas las categorías, dos títulos en el TC 2000 (2002 y 2010) y uno (2006) en el Turismo Carretera. Situaciones que de tanto en tanto renovaron la gran pregunta ¿Qué le faltó para quedarse en la Fórmula 1 a quién asomaba como el mejor proyecto argentino? Teorías hay varias. Un mejor manejo de su entorno. Más tiempo y preparación para adaptarse. Más capacidad y velocidad.

La rotura del motor de su Chevrolet antes de largar la serie en Concordia sumó un problema a la complicada temporada de Fontana en el TC. Su mejor resultado fue un 10° puesto en Viedma y está 25° en el campeonato con 82,50 puntos.

A un cuarto de siglo de aquel domingo en Magny Cours vemos otro Fontana.  Con 47 años ya no es «Fontanita», sino un esposo y padre de familia, con más kilos y algunas canas, que encara las carreras con un espíritu no tan competitivo y más de disfrute que aquellos lejanos tiempos. Extraña verlo pelear posiciones en el fondo del lote y no en la punta, pero como se consuela “son carreras de autos y como no tengo el auto de Canapino, peleó con los pilotos que me toca peñear posiciones. Lo importante es que sigo disfrutando de las carreras y por eso no pienso en el retiro…”.

De aquel Fontanita que se e ilusionaba e ilusionaba en la Fórmula 1 a este Fontana que padece pero disfruta en el TC, pasaron ya 25 años.

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