SU COMPAÑERO JORGE LORENZO asegura que Valentino Rossi es un piloto dominguero.

El mote no es ni subestimación ni insulto. El italiano camina flojito entre viernes y sábado, buscando tener una buena moto para la carrera. Termina por conseguirlo el domingo a la mañana, en los tanques llenos. Casi nunca larga muy adelante: en Argentina partió octavo, en Silverstone largó cuarto, y tardó apenas dos vueltas en invadir la punta. Una cualidad que frustra mucho más a quienes quieren (y no pueden) seguirle el ritmo en esos días en los que se convence de mostrar que es imbatible.

Pareciera que con una marca superior a las 80 victorias en MotoGP, más de 200 podios en dos décadas sobre las dos ruedas, a Rossi ya no le caben las victorias de texto escolar, desde la pole, de punta a punta, prolijitas y sin salpicar. En cambio, el italiano está transformando el formidable Mundial 2015 del MotoGP en un taller de maravillas. Fijate:

  1. En Losail (Qatar), cuando el año arrancaba, venció con una moto inferior tras un duelo a 300 km/h a la Ducati rabiosa de su compatriota Andrea Dovizioso.
  2. Ocurrió en Termas de Río Hondo, cuando transformó la carrera en una implacable cacería, cuya víctima fue el indefenso Marc Márquez, que terminó el piso tras semejante humillación.
  3. Pasó en la catedral del motociclismo, Assen, en Holanda, cuando en la última curva de la última vuelta, absorbió un toque del propio Márquez atravesando el mínimo desierto de leca como un cowboy herido, para reponerse y cruzar la meta sobre la rueda trasera.
  4. Acaba de suceder en Silverstone, este fin de semana, bajo la típica garúa de la campiña inglesa, con el asfalto bañado y el riesgo convocando en cada curva.
Con el de Silverstone, Rossi lleva ya 86 triunfos en 264 carreras de 500cm3/MotoGP.

 

 

Bajo la lluvia, Márquez, que suele lustrar las curvas con sus codos, fue a parar a la banquina. Lorenzo, como para atenuar la evidente derrota, explicó que había corrido con su visor empañado hasta arribar cuarto. Como echando sal en las heridas de sus rivales, Valentino recordó que “hacía más de diez años” que no ganaba en el agua. La Yamaha YZR M1 es muy rígida y requiere un manejo sensible, especialmente en piso húmedo. Valentino la condujo más con el culo que con la punta de los dedos y la apretó contra el suelo resbaladizo con el peso de su experiencia.

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No se perdió un solo podio desde que arrancó el año –lleva 16 consecutivos desde Japón 2014-, se mantiene como líder del MotoGP con 12 puntos sobre Lorenzo y 77 sobre Márquez (que se siente despedido del trabajo de contendiente) cuando quedan seis Grands Prix por disputar (el próximo en Misano, un circuito que le sonríe generalmente) y se acerca a su décimo título mundial. ¿Quién no lo festejaría?

Por el equipo de VA

Fotos: Prensa Yamaha

 

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