LA TORMENTA DEL MIÉRCOLES

QUE LO DIGAN los que viven en Moreno, Ituzaingó, Merlo, la Capital, la zona sur del Gran Buenos Aires. Que digan lo que han padecido y siguen padeciendo los terribles efectos de la furiosa tormenta del miércoles pasado.

Y como si no hubiera causado daño, resulta que parece que el tormentón decidió volver…, y se posó en la zona de Banfield y con epicentro en el tan funcional, paquete y amplio complejo del JP Racing en la calle Vieytes.

Desde las Alturas, algunos dicen haber escuchado un vozarrón y sin que nada pudiera interponerse en el camino, un camión entró al JP y rápido, se procedió a cargar dos autos de Turismo Carretera otros han dateado, ante la atónita mirada de los uniformados con los colores del jota pe, y los ojos perforantes de Gustavo Lema de donde parecían salir rayos y centellas.

¿De que autos se ha tratado?; de dos de los firmados con más puntillosidad en su hechura por Ricardo Gliemmo: el Chevrolet de Matías Rossi y del Forcito de Diego Aventin (todavía no es un Ford, a juzgar por el escuálido rendimiento mostrado en la tricota de carreras de TC dejadas atrás).  ¿Que pasaba?, ¿por que semejante tormentón?.

El camión con el semirremolque enfiló, GPS mediante, desde la zona sur a la zona norte; desde la puerta del JP ni ganas de despedida hubo, ¡faltaba más!. Después de sortear el denso tránsito diario, y más por tratarse de la hora que se trataba, cuando todo el mundo sale del laburo, entró en el norte del Gran Buenos Aires. Después de obedecer a rajatabla las ordenes del GPS, el chofer con la valiosa e impesada carga hasta antes de la carrera del pasado finde en San Martín, Mendoza (¿volverá el TC el año que viene?). El taller del Laucha Campanera había sido el destino fijado por el GPS…desde las
Alturas.

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¡Que tormentón gomías de VA!; después del tan desmenuzado paso mendocino, donde las palabras y reproches casi le coparon la parada al ruido de los autos, había que pegar un volantazo. ¡Faltaba más!. Gus Lema, prolífico si los hay este año, con autos de clientes por atender que se caían de las estanterías lo que provocaba otro fastidio más a la superioridad, supo que algo cambiaba. Que la tormenta del miércoles pasado, se había olvidado de pasar por Banfield. Y pasó.

La Chevy del Granadero Rossi y el Falcon de Diego Aventin cambiaron de domicilio, dejaron el confortable JP Racing banfileño para radicarse en la zona norte, por ahora en lo de Campanera. ¿Y quien seguirá siendo el encargado de laburarlos para que anden como sus dueños pretenden?. Richard Gliemmo of course, ¿cómo?, pero… ¿no era Gliemmo el constructor-chasista del JP, y elegido por la ACTC para hacer los autos en serie que vendrán?. Sí, pero, razones de fuerza mayor, y ni hablar después de los enrredos vividos en la tierra del buen sol y del buen vino, podrían llevarlo a dejar el JP para provocar, de ser así, el imaginable malestar de Lema, y de esa forma pasar a ocuparse all inclusive del Chivo de Matías y el Ford del Pumita y nada más.

¿Y el resto de los Gliemmo y JP boys?: Pechito López, Christian Ledesma (¿Dole Racing?), Leonel Pernía, Claudio Kohler, Gastón Mazzacane y siguen las firmas?. ¿Se acuerdan de «Viudas e hijas de Roque Enroll»?. Y Lema ¿se queda nomás sin el Adrian Newey criollo?. Mmm, de ser ante tamaño tormentón, deberá apelar a un Plan B de apuro: ¿tal vez a Alberto Canapino de nuevo se lo verá por el sur?. Que momento!, a mirar a las Alturas, en el TC también los milagros son posibles. Amén.

Foto AIF
Por C.S.

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