CLIMA TENSO.
El que rodeaba al penúltimo capítulo del año del Mundial de Fórmula 1 en Arabia Saudita. Por el encarnizado duelo entre los dos postulantes a la corona, Max Verstappen de Red Bull y el siete veces campeón Lewis Hamilton con Mercedes, y por las advertencias de los líderes del país.
Hamilton «incómodo» y acaso contestatario conocido su postura, llegó al circuito con una vestimenta muy transgresora y rupturista, una remera sin mangas con estampadas manos extendidas al cielo, y pantalón negro con dibujos de palomas como símbolo de paz. Después al hablar debido a la situación relacionada con los derechos humanos en ese país fue duro. «¿Si me siento cómodo aquí? En realidad diría que no, pero otros decidieron que debía correrse en este país». De todas formas, admitió que pese a correr en un país que muestra escaso respeto por los derechos individuales, se sentía «más relajado que nunca, quizá porque hace mucho que estoy en esto, y no es la primera batalla libro por un título».
El británico acaso en otra señal de rechazo a las normas del l país, usaba un casco con los colores del arcoíris que identifican a la comunidad LGBTQI+, tal como lo hiciera en Qatar.
Acordate que las autoridades sauditas alertaron, que no permiten demostraciones físicas entre homosexuales en público. El británico llega a la penúltima cita del año precedido por sus triunfos en Brasil y en Qatar que la permitieron recortar a ocho puntos su desventaja con Verstappen. El neerlandés, líder del campeonato que podría consagrarse al cabo del GP dominguero.
Hamilton muestra que no tiene intenciones de perder el reinado ocupado en la últimas cuatro temporadas. «¿Sí este sería el título más significativo para mí? Sin dudas sí!», ha dicho.
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Los ocho títulos es la mega marca que busca Lewis, «algo que nadie ha logrado», consciente a la vez que la batalla con Verstappen «es la más dura que el motorsport haya visto en mucho tiempo«.
Foto portada: gentileza Soymotor.com
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