SE CERRÓ EL CÍRCULO.

Venía teniendo un año bueno más allá de no haber entrado de una a la Copa de Plata. Pero en el Rosendo Hernández, Matías Canapino se manejó todo, sacó a relucir el gen familiar, y con el Chevrolet del Sportteam del probado Sergio Polze (a cargo de la atención del auto desde hace un par de fechas), ganó por primera vez en TC Pista.  De esa forma se metió en la pelea para entrar como uno de los «tres de último minuto» y aspirar al campeonato.

Largó tercero el hermano del Titán y quedó rápido como escolta del Ford de Kevin Candela luego del abandono de Facundo Chapur, quien había salido adelante; vio cómo el motor de su Torino se rompía demasiado pronto. Y en la quinta vuelta Matías elaboró el golpe letal.

Porque con una maniobra marca registrada de Agustín, Matías dejó atrás a Candela y, desde ese momento, marchó raudo y decidido hacia su primer triunfo. Tan esperado como emotivo, en un año donde la muerte de Alberto por coronavirus, ha  sido un golpe que no sólo sigue siendo difícil de asimilar, sino que obligó a los Canapino a barajar y dar de nuevo en todos los sentidos.

Matías pudo contener al experimentado Candela.

«Estoy feliz, emocionado realmente por todo lo que ha pasado este año. Esto es fruto del trabajo de mucha gente. Llegar al triunfo en mi primer año de TC Pista y meternos así en la lucha por cosas importantes es increíble», dijo Canapino. Claro con lágrimas en los ojos como Agustín y el resto del equipo,dedicó el triunfo a su padre: «Lógicamente lo primero que se me vino a la cabeza fue mi papá, este triunfo es para él».

También tuvo motivos para celebrar José Rasuk, en el Dodge, llegó tercero y firmó su primer podio en la categoría, mientras que a Santiago Álvarez le alcanzó con terminar noveno con el Dodge del JP Carrera para mantener el liderazgo de la Copa de Plata.

Próxima de TC Pista, 31 de octubre el Viedma.

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Fotos: prensa ACTC.

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