EL MEJOR ALUMNO.
El Villicum no es el Zonda, por supuesto. Pero es lo que hubo para la novena fecha del TC 2000, en su visita a tierra a sanjuanina luego de la fugaz ilusión que generó la idea de retornar al legendario trazado, enclavado entre las montañas. “Se está trabajando para que tanto el TC 2000 como el Top Race puedan correr el año próximo. No quisimos apurar algo hasta que tuviésemos el circuito en perfectas condiciones. No tenemos problemas en esperar algunos meses para volver al Zonda”, comentó sobre el tema Alejandro Levy, presidente del TC 2000. Queda por saber el porqué se apuró el anuncio del frustrado regreso.
Estará bueno que el TC 2000 vuelva al Zonda en los primeros meses del 2023, y con más autos de los 16 (la cifra más baja del año) que presentóo en El Villicum, ante las ausencias de dos Fiat Cronos.
Igual nada es seguro por encima de anuncios o deseos. Que lo diga Agustín Canapino, a quien desde la pole y con el gran rendimiento de su Chevrolet Cruze, todos veían como el gran candidato para quedarse con el triunfo. “Las carreras hay que correrlas” advertía en la previa un prudente Agustín, y en eso de correrla se topó con un contratiempo imprevisto, esa mancha de aceite que al promediar la carrera, desacomodó su Cruze en un frenaje y posibilitó el sobrepaso de Jorge Barrio.
“No hubo bandera, ni ninguna marcación, me la comí entera…”, afirmó Canapino sin el tono de bronca que podía esperarse de alguien que por ese inconveniente ajeno a su proceder, pierde una carrera que como bien dijo necesitaba ganar sí o sí. “Dentro de lo malo, tuve la suerte de no irme a la leca y seguir en carrera”, se consoló el campeón vigente que debió trabajar hasta el final para contener el ataque del Renault Fluence de Leonel Pernía. Una situación que sorprendió a quienes un rato antes habían escuchado decir a Leo que “con un auto con 60 Kg de lastre como el mío, es imposible atacar…”. Pero no, a quienes conocen su picardía. En la pista Leo fue por esa posición que le daba seis puntos más, que en realidad era doce porque al mismo tiempo se los quitaba a quien como Canapino que desde su flamante lugar de escolta, se instaló como su gran rival en el campeonato. No pudo, pero al menos conservó su liderazgo con 25 puntos (228 a 203) de ventaja. Algo más retrasados Bernardo Llaver (199) y Julián Santero (198). Con un cambio de motor en su Cruze y problemas en el push to pass, Berni llegó 10° y volvió a quedar por detrás de su compañero Canapino en el campeonato, algo que fue un golpe duro para sus pretensiones. “Mi auto no estuvo lo rápido que esperábamos”, fue el diagnóstico de Santero para justificar su quinto lugar.
“No sé por qué mi auto perdió mucho rendimiento”, se le escuchó como tibia explicación a Canapino, sobre los motivos por los cuales tras el desliz con el aceite, no pudo ofrecerle a Barrio la resistencia que todos esperaban para que la carrera tomase temperatura emocional real por encima de las imágenes en pista y de las especulaciones sobre las aplicaciones del push to pass. Barrio supo manejar con inteligencia el Toyota (“vibraba mucha una goma delantera dañada”) y la aplicaciones del push to pass para ponerse a salvo de la mira de dos bravos como Canapino y Pernía. Un gran mérito para el joven de 19 años, a esta altura una gran realidad del automovilismo argentino.
En el Día del Maestro, Jorge le mostró a dos “maestros” del automovilismo como Canapino y Pernía, que es uno de los mejores alumnos de la nueva generación del TC 2000.
Fotos: Prensa TC 2000.