NADIE LO PUEDE DISCUTIR, Tito Urretavizcaya encarna a uno de esos pilotos que el Turismo Carretera enarbola como símbolo. Junto al TC desde las épocas ruteras, donde hizo vibrar a tantos hinchas de Chevrolet y también de otras marcas, Tito se las ingenió para batallar contra el tiempo.

Sin embargo, los últimos tramos le han costado, y no porque sus aptitudes, ganas y, desde ya, la pasión que lleva en las venas, lo hayan abandonado. Para variar, el bolsillo, el dinero in crescendo que ha demandado correr en TC, lo ha tenido a mal traer. Por eso ha hecho un paréntesis, parcial claro, porque el Top Race le sirve y, dice que seguirá sirviéndole para vivir la vida como le gusta, arriba de un auto de carrera.

Pero, si se trata del TC, la hora de la despedida está ahí, cerca y justo en el lugar donde debutó en «su» categoría, el 7 de setiembre de 1986. El 7 de agosto cuando la categoría que ama, y por la que ha relegado a un segundo plano varias etapas de sus 52 años, visite para inaugurar al nuevo Autódromo de Junín, Tito cantará el «no va mas». Y lo hará arriba de un Ford, de José Savino, en cuya gestión para que se concretase, tuvo mucho que ver su amigo y seguidor de toda la vida, el abogado Gabriel Brusco.

 El Vasco de Chacabuco, cerca de Junín, recorrerá esa pista -ponele la firma- no dando ni un metro de ventaja a nadie, y menos a su hijo Tomy que le sigue los pasos, al que lo apoya con corazón y alma. Sabiendo que aunque deje de correr, el TC ya le guarda un lugar entre sus pilotos símbolos. Y lo bien que está.

Por C.S

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