GOLPE, SUDOR Y LÁGRIMAS.
Se sabía que iba a ser una definición áspera la del Top Race, con un antecedente como el polémico cierre de la temporada 2016 en Salta, con un Mariano Altuna que ganó la carrera y el campeonato pero que luego, por un recargo de los comisarios, tanto el triunfo como el título pasaron a manos de Agustín Canapino. En Paraná, no hubo que esperar hasta el final…
Fueron algo más de 25 minutos frenéticos y atrapantes. Una mala largada del Titán -había hecho la pole- le agregó una dificultad inesperada, ya que no sólo estaba obligado a terminar por delante del Monito sino que, además, debía descontarle 5 puntos para celebrar su séptima corona. Ah, un dato no menor: delante estaba Altuna. Y comenzó la persecución.
Transcurrieron varias vueltas de un Canapino amenazador, que mostraba el auto por aquí y por allá, que se tiraba para hacerle la tijera sin poder doblegar la férrea defensa de Mariano que, además, hizo lenta la carrera formando detrás del arrecifeño un trencito que lo apretaba, y lo obligaba a estar atento. Pero tanto va el cántaro a la fuente…
En la salida de la curva 1, después que un par de vueltas antes se produjera el primer chispotazo y similar, Agustín le metió el Mercedes por la parte interna y, cuando parecía que tenía la posición ganada, Altuna cerró la línea de marcha de manera temeraria y provocó un toque que dejó al del MS Sportteam pastoreando y rompiendo carteles. El Monito mientras se llevó la peor parte: un par de trompos dentro de la pista -milagrosamente nadie le pegó- y bombazo contra el paredón después de cruzar la pista su Cruze, que lo dejó sin chances de nada.
«Una pena lo de Mariano (Altuna), porque ya van dos definiciones que hace lo mismo. Mi opinión es que los chicos no tomen como ejemplo estas cosas. En la vida se gana y se pierde, hay que saber ganar y saber perder…», mandó después Agustín ya consagrado.
Otra carrera comenzó a partir de ese momento. Con Franco Girolami liderando y Josito Di Palma su escolta, y con los popes del MS Sportteam y del SDE Competición tirándose dardos sobre la culpabilidad en el incidente. Canapa entró a boxes, recargó combustible y salió 15° con una misión: escalar hasta el 7° puesto. Con cabeza fría y corazón caliente, volvió a demostrar que, en esto de las remontadas espectaculares, es un especialista.
«El momento en que hago el trompo fue tremendo -reconoció-, porque venía para quedar en el medio de la pista con todos los autos a fondo y pegarme de costado, lo pude sacar de casualidad y milagrosamente pudimos seguir adelante. Después, dejamos la vida por el 7° puesto, y finalmente llegamos 3° por una gran estrategia».
El destino quiso que el último escollo fuese justo el compañero de equipo de Altuna, el correntino Humberto Krujoski, que aguantó hasta donde pudo… y hasta donde Agustín lo dejó. «¿Me alcanza para ser campeón?», preguntó una vez que superó a Cruze del SDE. La respuesta afirmativa le permitió entonces y por fin, sacarse un poco de presión.
“Estoy feliz, esta fue una carrera muy loca donde pasó de todo. No esperaba que pase todo lo que pasó, tuve la posibilidad de recuperarme y obtener el séptimo título. Mi carrera se dividió en dos partes ya que no tuve una buena largada y se me complicó mucho las cosas hasta que pude acomodarme y recuperar posiciones”, contó el Titán.
El tercer puesto final -varios se quedaron sobre el cierre por falta de combustible- resultó anecdótico pero le sirvió a Canapa para festejar su séptimo título (antes, Torneo Clausura 2010 y campeonatos de 2011, 2012, 2013, 2014 y 2016) donde se debe, en el podio. Y reafirmar que el matrimonio Top Race-Agustín Canapino está más fuerte que nunca.
Por Cristian Re.
Fotos: prensa Top Race, Agustín Canapino y Sportteam.
