UN SAUBER DE FORMULA 1 se despista en la chicana del circuito de Montecarlo y su piloto impacta contra las protecciones que dividen ambas manos del boulevard. ¿Te suena?

Sucedió en 1994, cuando el austríaco Karl Wendlinger se despistó en el primer día de actividad, una quincena después del trágico fin de semana de Imola, en el que perdieron la vida Roland Ratzenberger y Ayrton Senna. El modelo que manejaba era el C13…

Te contamos la historia en diciembre pasado, cuando Wendlinger vino a correr con el Mundial de Gran Turismo de la FIA a Potrero de los Funes. El austríaco pasó las dos semanas posteriores al accidente bajo un coma inducido y con respiración asistida.

Sí, claro. También sucedió este fin de semana con el mexicano Sergio “Checo” Pérez. Con un par de diferencias sustanciales. El golpe del C30 fue tremendo: la telemetría indicó que el impacto se produjo a 80G, una fuerza descomunal. Más grande que el de 1994. Pero el chasis resistió perfectamente.

Aquella vez la cabeza de Wendlinger dio contra las defensas, unos tanques llenos de agua. Esta vez, el casco de Pérez pegó contra la protección de goma espuma que rodea el habitáculo, eso que los pilotos sacan y ponen cada vez que se bajan por su cuenta.

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El casco de Pérez no sufrió daño alguno: no tenía marcas siquiera. El mexicano reconoció, tres días después del accidente, que solo tenía dolores en el muslo de la pierna derecha y en su cuello. Dolores musculares, no traumatológicos. Ya fue dado de alta…

“Para un accidente de semejante severidad –reflexionó Ross Brawn- con Sergio apenas con rasguños, es algo de lo que la Fórmula 1 debería sentirse orgullosa. Pero no hay que ser complaciente y dormirse en los laureles, cualquier cosa que podamos hacer para mejorar la seguridad hay que hacerla”.

Solo pasaron 17 años…

Foto: autosport

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