UNA DIVISIÓN QUE «CONDENA» A LOS PILOTOS

CAMINOS LIMITADOS.

Las destacadas actuaciones de Jorge Barrio (ganó una carrera) e Ignacio Montemegro (hizo la pole y salió segundo) dejaron bien en claro el avance de la juventud en el TC 2000. Una renovación generacional que la categoría necesita, incluso para imponerla como característica propia entre las top de la Argentina. Con 18 y 17 años, Jorgito y Nacho como ya se los identifica en el ambiente, son las caras visibles y concretas de ese recambio, pero no, las únicas. En las teloneras hay esperanzas que empiezan a asomar como el chaqueño Lucas Bohdanowicz (con 16 años hizo dos podios en el TC 2000 Series en sus primeros pasos en la categoría) o el pampeano Nicolás Suárez (18). ganador y líder del campeonato de una Fórmula Nacional que sigue sin revitalizar su escaso (11 autos) parque.

Siempre con las precauciones del caso, puede intuirse un venturoso futuro deportivo para estos chicos. Y en ese caso, ¿está el TC en ese panorama? ¿Veremos en poco tiempo a Barrio, Montenegro u otro joven en la categoría más popular de la Argentina como alguna vez pasó con quienes como el Gurí Martínez, Silva, Rossi, Ledesma, Ortelli, por citar algunos, se destacaban en categorías promocionales y subieron sin problemas ni condicionamientos al TC?  Lógica en un contexto normal, la pregunta no encuentra la terminante respuesta que podría esperarse en una actividad donde con escasísimas excepciones, los pilotos admiten, en “off” o en “on”, sus ganas de correr en el TC, por ser más trascendente, redituable económicamente y cercana a la gente. Materias pendientes de aprobación en las otras categorías top.

No son tiempos lógicos estos que vive el automovilismo argentino. No existe ese enfrentamiento directo que hubo en los 90 entre la ACTC y las categorías del Automóvil Club Argentino fiscalizadas por la Comisión Deportiva Automovilística CDA. Épocas de superposiciones de fechas entre el TC y el TC 2000 y lo que es peor, de prohibiciones para correr en el  “bando enemigo”. Quedó atrás con años de paz en los que, acompañando a presidentes de otras categorías, Carlos García Remohí (CDA) y Hugo Mazzacane (ACTC) se sentaban juntos en el ACA para presentar los calendarios.

Son tiempos también pasados. El enfrentamiento ha vuelto desde hace al menos un par de años y se enfocó exclusivamente contra el Súper TC 2000, ahora redenominado TC 2000. Más sutil y en forma de una guerra fría, tiene como botín, el valor más preciado: el piloto. Ese que quiere, necesita y en algunos casos se desvive y desangra económicamente por correr. Ese mismo al que utilizan y manipulan para llevar a su bando con tentaciones, difíciles de resistir en un medio dominado por la urgencia de los resultados y las necesidades económicas de completar los presupuestos. Un terreno donde la ACTC se ha manejado con anticipación y fuerte determinación para ganar un espacio que el ACA no se preocupó mucho en defender.

“El gran problema de esta división en el automovilismo es García Remohi”. Como casi siempre, Javier Ciabbatari no se guardó nada, en este caso en declaraciones a los colegas de Carburando. La dura crítica del responsable técnico del equipo FDC de TC 2000 apunta a la permisibilidad e inacción del titular de la CDA que incluso aprobó y se entusiasmó con la incorporación de las TC Pick Up. Esta aparición de las camionetas se unió al otro gran filtro de la ACTC: la obligación de correr en el TC Mouras (tercera categoria en la escala de al ACTC) para autorizar el pase al TC. Una chicana que no excluyó a corredores con pergaminos en otras categorías al punto que tras haber sido piloto oficial de Peugeot en Súper TC 2000 debió sortearla Julián Santero y este año termina de transitar un múltiple campeón de Turismo Nacional como Facundo Chapur, por citar quienes en su momento debieron dejar el TC 2000 para cumplir el requisito para llegar al TC. El mendocino tuvo la suerte de volver. No se sabe qué pasará con Chapur. Si podrá, querrá o lo dejarán volver al TC 2000. Por el momento integra el poblado staff de las Pick Up.

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Coincidentemente, pero no casualmente, como el TC Mouras, las TC Pick Up superponen sus fechas con el TC 2000. Esto pone en una encrucijada a los pilotos a la hora de dar el paso adelante en sus campañas deportivas. En función de sus intereses, la ACTC ha sabido resolverles mejor ese problema con facilidades para completar presupuestos, incentivos y algunas sugerencias de la conveniencia de correr en sus categorías. Así logró que pilotos del nivel de Werner (ganó sus dos títulos en TC luego de abandonar el Súper TC 2000), Urcera, Aguirre, Ciantini, Josito Di Palma, con pasos por el TC 2000, se subiesen a las camionetas para elevar su cifra de participantes a 40, el doble de las grillas del TC 2000, que en contrapartida sufrió el vaciamiento, ayudado también por el mal manejo de la categoría que hizo la anterior gestión del Grupo Clarín. Como “yapa” y a partir del proyecto Toyota, el TC también le birló a Matías Rossi, un histórico del TC 2000. Igual Matías como Agustín Canapino, y en menor medida Facundo Ardusso, Leonel Pernía y Julián Santero, parecen, por sus destacados niveles y por estar contratados por equipos oficiales en el TC 2000, quedar al margen de estos tironeos de prohibiciones encubiertas y sugerencias imperativas.

Con todos estos datos bien puede hablarse del éxito de la ACTC en este enfrentamiento, no reconocido en las palabras pero evidente en los hechos. Sin embargo, no hay ganadores absolutos en toda división. Hay quien pierde más, quien pierde menos y fundamentalmente quien pierde mucho. Esto último es lo que pasa con el automovilismo que por todas estas situaciones no sólo ve complicada la llegada de jóvenes como Barrio y Montenegro al TC, sino que desde el lado opuesto pierde la posibilidad que otros jóvenes como Todino, Benvenuti, Landa, Fritzler, Olmedo, Bundziak, Crapero, por mencionar algunos, que se destacan en las distintas categorías de la ACTC se muestren en el TC 2000. Lamentable también.

Como en todo enfrentamiento, la tarea de buscar el camino de la unión es responsabilidad de ambas partes.

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