UN NEGOCION

Aunque España organizó Grands Prix de Fórmula 1 casi desde el inicio del Mundial (y en 1951 Juan Manuel Fangio se coronó campeón precisamente en Pedralbes, Barcelona), y hasta en los ’20 y los ’30, el automovilismo nunca fue una afición extrema en la península, a diferencia del motociclismo, que siempre desbordó de fanáticos.
Una prueba de eso es que, quince años atrás, las carreras de F-1 se televisaban en España en diferido, en la medianoche del domingo, y menos de 200 teleespectadores las seguían. Aún cuando la Televisión Española compró los derechos a Bernie Ecclestone en 1997, los ratings no crecieron exponencialmente. Aún cuando España tiene su Grand Prix de forma sistemática desde 1968, el nuevo siglo terminó sin que la audiencia pudiera alcanzar, siquiera, el millón de espectadores.
Entonces, sorpresivamente, Ecclestone dio un giro: siempre vende los derechos de televisación a las cadenas, pero cuando acabó el contrato de TVE, y ninguna cadena de TV española quiso comprar esos mismos derechos, los cedió a una compañía británica. Transcurría 2002.
Parecía inusual: ingleses encargándose de televisar F-1 en España, un negocio poco atractivo vistos los números. La compañía, llamada Stacourt Ltd, tenía (tiene) su base en el condado de Kent, al sur de Londres.
Pero uno de sus dueños no era inglés, aunque viviera en el aristocrático barrio de Chelsea –muy cerca de Belgravia, dónde lo hacía Ecclestone- sino italiano.
¿Su nombre? Flavio Briatore.
El mismo que poseía, entre sus múltiples activos, un contrato por cinco años con un joven piloto que prometía. De Oviedo, Asturias. España. Fernando Alonso.
Ahora la historia se conoce un poco más: Briatore puso a Alonso en Minardi durante 2001, para foguearlo. Mientras tanto, fogoneaba la compra de su ex equipo, Benetton, por parte de Renault, para volver a ser su director deportivo. En 2002 lo tuvo a Alonso en el banco, ya en la escuadra francesa, cuando los pilotos eran Jarno Trulli y (el ahora campeón mundial) Jenson Button. En 2003 lo efectivizó.
Ese año, la cadena Antena 3 televisó todos los Grands Prix del Mundial de F-1 bajo un acuerdo sencillo con Stacourt: la compañía británica le cedía gentilmente la televisación sin cargarle ningún costo. En agosto, el piloto asturiano ganaba su primer GP en Hungría. De golpe, el automovilismo (o la F-1, o Alonso, cómo quiere verse) comenzaba a popularizarse en España: eran 1,7 millones los teleespectadores que terminaban mirando los Grands Prix de esa temporada.
¿Y cómo llegó Briatore a negociar tan ágilmente con los españoles? Pues muy sencillo (dirían en Madrid), otro de los socios de Stacourt Ltd se llama Alejandro Tarik Agag Longo, apodado “el yernísimo” porque está casado con Ana Aznar Botella, diez años menor que él. ¿Te suena el apellido? Sí, es la hija de José María Aznar, el primer ministro español entre 1996 y 2004… En 2002, Agag y Ana se casaron en El Escorial de Madrid, en una fastuosa ceremonia a la que acudieron más de mil invitados… y Flavio era uno de ellos. Después de casarse, Agag abandonó su puesto de banquero en la Sociedad Lusa de Negocios y se mudó con su flamante esposa a… ¡sí, acertaste! A Londres.

Alejandro Agag y Flavio Briatore

Stacourt comenzó a facturar. La cadena Telecinco compró los derechos para 2004 y 2005 en 5 millones de dólares anuales… En 2004 la audiencia superó los 2,7 millones y en 2005, el año del primer título de Alonso, los teleespectadores del GP de España fueron 7,5 millones.
¡Negoción! Dijeron en la cadena.
¡Negoción! Celebraron en Chelsea.
Telecinco renovó contrato por el periodo 2006-2008, pero a otro precio: 24 millones de dólares por año, un incremento del 400 por ciento. Alonso volvió a ser campeón del mundo en 2006 y peleó el Mundial de 2007 hasta la última carrera. La cadena tuvo ingresos publicitarios, durante sus cinco años de contrato, por cerca de 100 millones de dólares.
(Fue en 2007 que Briatore, Agag y otro socio adicional, Bernie Ecclestone, adquirieron el Queen’s Park Rangers, un club de fútbol de la primera división inglesa –no la Premier League- cuyo estadio, Loftus Road, está a 10 minutos de Chelsea y 15 de Belgravia).
Pero Telecinco no pudo renovar el contrato para 2009: el grupo Mediapro pagó cerca de 90 millones de dólares por hacerse del contrato… Una cifra similar a la que Ecclestone le arrancaba a la RTL alemana cuando Michael Schumacher estaba en la cima de su rendimiento. Con Alonso en Ferrari, Mediapro puede hacer un gran negocio este año.
Pero no le pagó ese dinero a Stacourt sino a la Formula One Management, la compañía que administra comercialmente a la F-1, que gestiona Ecclestone pero que es propiedad del grupo inversor CVC Partners. El rumor sugiere que cuando CVC compró FOM, se escandalizaron por el negocio que producía Stacourt casi sin inversión.
Más escandalizados se habrían sentido de haber vistos los balances de la compañía británica. Según Chris Sylt, del Daily Telegraph, Stacourt pagó a Briatore en dividendos cerca de 32 millones de dólares… por estar en el lugar correcto en el momento indicado.
Alonso ya no es piloto del italiano, pero ¿le importará realmente a Flavio?
Stacourt sigue produciendo: es la compañía propietaria de la GP2, el escalón inmediato de la F-1, con la que comparte cartel en los Grands Prix.
Ahora que la justicia le ha dado la razón en su pleito con la FIA –que lo había suspendido de por vida- Briatore ha sido enigmático respecto a su futuro en la Fórmula 1: “Necesito un tiempo para disfrutar este momento de felicidad después de un periodo tan difícil –dijo una vez conocida la sentencia- Hay tiempo suficiente para pensarlo”.
Briatore, está claro, no necesita volver a la Fórmula 1.
(Y no puede evitarse la pregunta: cuando Briatore le soltó la mano a Pechito López, en 2006, ¿tendría eso algo que ver con la posesión de los derechos de televisación para la Argentina?)

11-01-2010

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