¿HUBO DOS O TRES PILOTOS SOBRE LA FERRARI?

El triunfo de Ferrari en la reciente edición de las 24 Horas de Le Mans revivió entre otras cosas el recuerdo del último antecedente victorioso que hasta el pasado fin de semana tenía la Casa de Maranello en la tradicional competencia francesa. Y hubo que retrocedes nada menos que 58 años para encontrarlo el 19 y 20 de junio de 1965.

La Ferrari 250 LM que compartieron Jochen Rindt y Masten Gregory compensó la falta de gran velocidad con una buena confiabilidad. Fue clave para ganar en Le Mans.

El repaso inicial de aquel día muestra que el festejo mayor fue para un entonces joven Jochen Rindt y el experimentado Masten Gregory, un estadounidense que llegó al automovilismo gracias a la fortuna heredada de su madre y se distinguía en los boxes por sus lentes de ampuloso marco. El austriaco (23 años) estaba en la etapa ascendente de su campaña que lo llevó a la Fórmula 1 y lo convirtió en 1970 en el único campeón mundial post mortem de la historia de la categoría. Por el contrario, la Maxima ya era pasado por entonces para los 33 años de un Gregory (sin victorias corrió 37 Grandes Premios entre 1957 y 1962), enfocado exclusivamente en las carreras de Sport y poseedor de un curioso dato en el documento: su fecha de nacimiento era el 29 de febrero de 1932…

Pese al buen nivel de sus integrantes casi nadIe tuvo muy en cuenta a la hora de los pronósticos al binomio Rindt-Gregory, que se presentó con una Ferrari 250 LM de la escudería estadounidense NART de Luigi Chinetti, el conocido importador de Ferrari en Estados Unidos. Las mayores expectativas se posaron en las Ferrari 330 oficiales de los binomios John Surtees-Ludovico Scarfiotti y Mike Parkes-Jean Guichet, estandarte de  otros autos rojos con pilotos del nivel de Pedro Rodríguez y Lorenzo Bandini. Un poderoso escuadrón listo para la “guerra” en la que por entonces se había constituido el duelo con Ford y que mostraba la superioridad de Ferrari con victorias en las ediciones  1961,1062 1963 y 1964. En su intención de quebrar la racha del rival, Ford confió los GT 40 oficiales a las parejas Phil Hlll-Chris Amon y Ken Miles-Bruce Mclaren además de otro par de privados a Maurice Tringtignant-Guy Ligier y Bob Bordurant-Umberto Maglioli.

Jochen Rindt y Masten Gregory lograron su único triunfo en las 24 Horas de Le Mans en distintos momentos de sus campañas deportivas. En el podio cada uno creyó haber marcado el récord de vuelta.

Quedar undécimo, a una docena de segundos del poleman Phil Hill, pareció debilitar todavía más las escasas chances de la Ferrari de Rindt-Gregory, impedida de dar muchas vueltas por un problema de encendido. A partir de ahí comenzaron a pasar cosas en el equipo, cuando Jochen y Masten acordaron no seguir loas recomendaciones de imponer un ritmo tranquilo y decidieron andar a fondo en carrera. “Si no rompemos y rompen los otros podemos estar entre los primeros…” coincidieron para justificar la arriesgada apuesta.

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La noche llegó con importantes e inesperadas novedades. Problemas de frenos sacaron de escena a las Ferrari oficiales e inconvenientes de caja y motor provocaron la debacle entre los Ford. Esto dejó adelante a las dos Ferrari 250 LM, una conducida por los belgas Gustave Gosselin y Pierre Dumay y la otra por Rindt-Gregory… Con la carrera bajo control, Chinetti recibió la orden de hacer ganar a la Ferrari de Gosselin-Dupay, calzada con neumáticos Dunlop, en detrimento de la de Rindt-Gregory, que utilizaba Bridgestone. Se negó y sus pilotos contribuyeron a esa rebelión en pista al presionar fuertemente a la otra Ferrari hasta provocar la rotura de una goma y su retraso. Así hizo posible un triunfo que parecía imposible.

la Ferrari ganadora fue el único auto que completó las 348 vueltas de la carrera. Aventajó por dos giros a la otra Ferrari del binomio Gosselin-Dumay. Sólo llegaron 14 autos de los 51 que largaron .

Llegamos así al confuso y extraño episosio que dio origen a esta nota. Ocurrio en plena noche y quedó envuelto en las  sombras de esa noche y en el silencio posterior con el transcurrir de los años. Por su miopía Gregory no estaba muy cómodo en la oscuridad y por eso la mayoría de los turnos nocturnos eran cumplidos por Rindt. Según cuenta el historiador Janos Wimpffen, en plena noche, Gregory entró a boxes para el reemplazo pero no encontró al austríaco en su lugar. En cambio estaba el estadounidense Edward Hugus, piloto de reserva del equipo quien, siempre, según el relato de Wimpffen, se subió a la Ferrari y giró dos horas hasta que Jochen tomó nuevamente a su cargo la Ferrari. Una situación no aceptado por el reglamento y que en caso de haberse comprobado le hubiese válido la desclasificación

Suena extraño que nadie salvo el mencionado Wimpffen se haya dado cuenta de la situación aunque bueno es recordar que esto sucedió hace casi seis décadas atrás cuando las carreras no tenían tan amplias ni especificas coberturas. Igual quedó abierta la duda sobre si ver subir a Hugus a la Ferrari fue una alucinación de Wimpffen o una realidad que se supo ocultar durante muchos años.

 

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