UN RECUERDO PERMANENTE.

«Mirá, ahí están los asesinos de Mouras…», le dijo Osvaldo Morresi a quien esto escribe, el 7 de noviembre del 1993. Ocurrió mientras le señalaba con indignación y preocupación, uno de los tantos taludes de tierra que en aquellos años, oficiaban de «protección» en el peligroso semipermanente de San Lorenzo, en las cercanías de Rosario, frecuentado en esos años por el Turismo Carretera. «Si se mató Mouras que era el mejor de nosotros, todos estamos en el bolillero», lanzó antes de subirse al Chevrolet para correr la final ganada por Luis Minervino.

Morresi fue dueño de un estilo conductivo espectacular, que muchas veces conspiró contra la conquista de mejores resultados. Igual su espectacularidad y entrega fue reconocida por el público.

Lejos estaba de imaginar el sanpedrino de por entonces 41 años (15/8/52), que cuatro meses y medio más tarde, un 27 de marzo de 1994, su vida también terminaría sobre un auto de carrera de TC y contra otro talud de tierra, en un accidente son similares características al de Mouras. Ambos manejaban un Chevrolet, iban en punta y fueron declarados ganadores al computarse para las clasificaciones la vuelta anterior al accidente. También en los dos casos, las tragedias alcanzaron a  sus acompañantes. Amadeo González en el caso de Roberto, Jorge Marceca, en el de Morresi.  La diferencia la marcaron los escenarios de los accidentes  Mouras murió en Lobos, Morresi, en el circuito 19 de noviembre de La Plata.

Así en 16 meses, Chevrolet se quedó sin dos de sus máximos referentes en el Turismo Carretera. Un vacío que posibilitó el regreso de Juan María Traverso, y en el contexto general comenzó a intensificar las medidas de seguridad, y a mirar cada vez con más recelo a los circuitos semipermanentes. El avance de las transmisiones televisivas hizo el resto, y así en febrero de 1997 en Santa Teresita, el TC se despidió de la ruta que vio caer muchos de sus pilotos. El último fue el Pato Morresi.

Desde su llegada al Turismo Carretera, en la Vuelta de Tandil 1984, hasta su muerte el Pato Morresi mostró fidelidad a Chevrolet. Asi se ganó el reconocimiento de los hinchas de la marca.

Sin ganar tantas carreras (apenas 8, entre ellas la única edición de la Vuelta de Zárate-Campana en 1991), ni ningún titulo como Mouras; el Pato Morresi supo conquistar el corazón de los hinchas con esa personalidad abierta, sin vueltas y una entrega permanente sobre el auto de carrera. Imágenes que perduran en el recuerdo, y que vencen el cuarto de siglo transcurrido desde aquel día en que voló a la eternidad.

Fotos: historiatc.com.ar

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1 COMENTARIO

  1. Al igual que Mouras, el Pato fue un gran piloto y mejor persona, y ambos de los más importantes referentes de la marca en aquella época. QEPD

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