LA LEYENDA DEL VIEJO NÜRBURGRING. No habrá ninguno igual, no habrá ninguno… No habrá ninguno igual aunque se mantenga su nombre. Pero nada que ver este Nürburgring, más moderno, seguro y acotado, con aquel nacido en 1927 y cuya construcción sirvió para combatir la gran desocupación alemana de aquella época. Aquel de los 22 km, las 172 curvas, los desniveles, las diferencias climáticas, los acechantes árboles y terraplenes a sus costados. Aquel enclavado en los Montes Eiffel, alrededor del castillo del Nürburg que le dio su nombre. Aquel que entre 1951 y 1976 fue la cita obligada, esperada y hasta temida de casi todos los Grandes Premios de Alemania porque era el más severo examen para el manejo y el coraje. Aquel que con hazañas y tragedias forjó una leyenda que terminó hace hoy 35 años justo en el mismo momento en que nacía otra leyenda en la persona de Niki Lauda, sobreviviente milagroso de aquel infierno rojo en que se convirtió su Ferrari tras un terrible choque.

Había que ganar en el viejo Nurburgring. No era para cualquiera Por esos quienes repetían triunfos en el Gran Premio se lleva el título de Ringmeister (Maestro del Ring) y un valioso anillo como trofeo. Alberto Ascari fue el primero en ganarlo. Juan Manuel Fangio (foto) sumó tres victorias, la última, aquella tan recordaba como extraordinaria en 1957. John Surtees y Jacky Ickx repitieron victorias. Jackie Stewart hizo triplete inaugurando la serie en 1968 en medio de la lluvia y niebla en uno de los Grandes Premios con peores condiciones climáticas que recuerda la historia del Mundial. Carlos Reutemann también se anotó con un triunfo en 1975, el anteúltimo año que la F 1 pasó por el Nurburgring. Todo esto sin contar las hazañas de Rudolf Caracciola en las décadas del 20 y 30. Había que correr por esos años en el Nürbugring y nadie lo hizo mejor que Caracciola. Por algo hace poco quedó al tope de la lista de los 10 pilotos más destacados que corrieron en el Nürburgring. Relegó a Fangio, Stewart, Ickx, Surtees, Moss, Nuvolari y Rosemeyer entre otros.

Metía miedo el viejo Nürburgring. “Cuando tenía que correr, antes de salir de mi casa me daba vuelta para verla otra vez porque pensaba que tal vez no la iba a ver más…” aún cuenta el tricampeón mundial Jackie Stewart sobre ese respeto y temor con que los pilotos encaraban un trazado como el Nürburgring, caracterizado por múltiples y disimiles curvas, saltos, subidas, pendientes y vías de escapes que eran árboles… Encima la lluvia constituía una presencia casi infaltable. El escocés pudo volver siempre a su casa algo que no hicieron varios colegas, entre ellos el argentino Onofre Marimón, caído en las pruebas clasificatorias del Gran Premio de 1954 y dueño del poco envidiable privilegio de haber sido la primera víctima fatal de una jornada oficial del Campeonato Mundial. El accidente de Lauda colmó la paciencia que autoridades y pilotos le tenían al viejo Nürburgring para mantenerlo en el calendario simplemente por su leyenda. El objetivo de una mayor seguridad pudo más y terminó con su historia en la Fórmula 1. Fue hace 35 años y aunque su nombre hoy sigue sonando como escenario de Grandes Premios no es lo mismo. Como el viejo Nürbrugring no habrá ninguno igual.

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