HACEN MÉRITOS PERO LOS DESPRECIAN.

«Queremos entrar en la Fórmula 1», declaró Michael Andretti en 2021. Sus negociaciones para comprar la escuadra Sauber no llegaron a buen puerto. Audi terminò pagando tres veces màs de lo que el estadounidense ofrecìa.

«La Fórmula 1 debe ser como la Champions League», reaccionaba Toto Wolff, el CEO de Mercedes, ante la posibilidad de que el undécimo equipo de la F-1 fuera tan plebeyo. Un constructor, vaya y pase, pero… ¿un apellido?

Respaldado hasta el enojo por su padre Mario (campeón mundial de F-1 en 1978, el último estadounidense en lograr semejante halago), Michael -ex compañero de Ayrton Senna en el equipo McLaren durante 1993, tres décadas atrás- entendió el mensaje. Nada de prometer el uso de motores cliente (en ese caso, de Renault). Había que venir con un fabricante serio.

Entra General Motors.

Durante años, el mayor fabricante de automòviles del planeta, luego superado por Toyota. Ya sabemos cómo les fue a los japoneses cuando se plantearon la aventura de la Máxima categoría. Ganaron todo: Rally, Le Mans, Dakar… Pero en la Fórmula 1 acabaron peor que un kamikaze. Ocho temporadas completas, entre 2002 y 2009, y ni un solo triunfo…

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Pero lo de General Motors ERA LA HISTORIA del fin de semana.

Nunca antes, en los setenta y pico de años de historia de la F1 semejante fabricante de vehìculos habìa pensado siquiera en competir en la máxima disciplina del automovilismo mundial.

El Cosworth DFV V8, el motor más exitoso de la historia de la Fórmula 1, con 155 victorias en 262 Grands Prix entre 1967 y 1983, fue financiado por Ford. El óvalo posee una larga tradición de involucramiento con la categoría; el actual equipo RedBull probablemente no existiiría de no haber sido por la inversión (primero con Stewart) y los malos cálculos (Luego con Jaguar) de la casa de Detroit…

Dos dìas después de que el presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), Mohamed Bin Sulayem, anunciara la apertura de negociaciones para habilitar un undécimo equipo en Fórmula 1, pAra sumarse a las 10 franquicias ya existentes, Michael Andretti hizo su anuncio: llegará a la categoría en 2026 con la banca de Cadillac, la marca de lujo de General Motors.

¿No era para festejar? Cualquier analista más o menos serio entendió que los dos anuncios estaban vinculados.

Sin embargo, nada. La FIA recibió tibiamente la noticia y los equipos miraron para otro lado. Ya no se trata de Champions League o el Mundial… No quieren que haya otro equipo con el que repartir el dinero que Liberty Media reparte a final de la temporada y que, con el tope presupuestario impuesto, ha hecho de la Fórmula 1 un negocio más que evidente.

Entonces, la crìtica se apoya en el hecho de que no habrá tecnología General Motors en un eventual Andretti Fórmula 1. Que Cadillac será solamente el badge, el rótulo que le pondrán a un motor que podría ser un Honda (¡qué ironía! en IndyCar Honda y Chevrolet son rivales directos…), o un Renault, que fue desde siempre la marca asociada a un posible ingreso del equipo Andretti. Según algunas fuentes confiables, Alpine sería el único de los 10 equipos actuales que no están en contra de la incorporación del team, por razones obvias: sería su primer cliente…

En condiciones normales, General Motors no se encuentra en situación de diseñar y construir un motor híbrido competitivo para la F-1 de 2026. Y ese parece ser el punto crucial de la discusión. Audi lo construirá para su equipo (que ya recultó a Andreas Seidl y, seguramente, terminará llevándose al cesanteado Mattia Binotto), Porsche habría podido hacerlo… Pero Cadillac -que este año tendrá prototipos corriendo las 24 Horas de Le Mans con un motor Chevrolet- no parece estar en una situación similar.

Los Andretti han removido las aguas con mucha valentía, y el apellido ha hecho mérito suficiente en la historia del automovilismo como para ganarse un acceso a la máxima disciplina. La clave aquí es quién controla ese acceso, y acaso este podría volverse un nuevo episodio de la sorda guerra que mantienen la FIA y Liberty Media desde que Bin Sulayem tomó el cargo. «Hay mucho desacuerdo a altìsimo nivel sobre qué es mejor para el campeonato», señala a VA una fuente destacada. Lo cierto es que la FIA es la dueña de la F-1, Liberty solo su locataria.

¿Pero será Andretti un tema lo suficientemente trascendente como para que se blanquee el estado de guerra entre ambos bandos? ¿O se mantendrá el status-quo?

Esta historia no ha hecho más que comenzar…

 

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1 COMENTARIO

  1. Excelente analisis.Una lastima que la F1 no apunte a 24 0 26 autos,eso mejoraria el espectáculo en pista y daria mas oportunidades de entrar a nuevos pilotos.

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