DISTINTOS OBJETIVOS, DISTINTAS SENSACIONES.

El que estaba para pelear por la victoria en Motos, Kevin Benavides, terminó desilusionado, aunque feliz por la actuación de su hermano. Y Luciano, cuya idea era terminar el Dakar tras el abandono en la edición pasada, logró un meritorio octavo puesto para ser el mejor argentino en la categoría, aunque se apenó por lo que le ocurrió a su pariente. Pero, además, ambos fueron rivales y representando a dos potencias: Honda y KTM.

Kevin era la gran esperanza y llegaba con chances de ser el primer sudamericano en ganar en Motos. Y no venía mal, hasta aquella sanción de tres horas en la octava etapa por las famosas anotaciones que llevaba en su moto y que, un jurado, determinó que debían ser penadas por un reglamento que, además, se remendó sobre la carrera. Esto lo dejó en un desabrido 12° puesto. «Yo creo que esta es una carrera demasiado profesional, y las personas que están en el jurado no lo son», arrancó el salteño. Y fue a fondo.

Kevin se fue con un sabor agridulce. La sanción fue determinante.

«Actuaron de una manera muy amateur, se contradijeron con el mismo reglamento que han hecho. Esto demuestra que las cosas no pueden ser así. En el jurado debe haber personas con experiencia, que sepan lo que es un rally, que se hayan subido a una moto, y que sepan lo que es estar dentro del desierto, y navegar, y un montón de cosas, no simplemente gente que venga porque ha estudiado y nada mas», disparó Kevin.

Además, le tiró un palito a la organización: «Yo creo que, al final, ASO tiene que observar un poco ese tema y que haya personas que entiendan y sepan muy bien de carreras, porque se toman decisiones absurdas. Vienen, te dicen una cosa y te dicen que todo está ok. Vienen, te sacan un aditivo y al otro día te ponen una penalidad por una ley que fue posterior. ¿Cuándo se ha visto eso? No tiene sentido, así que seguramente lucharemos para ganar la apelación que hicimos con Honda».

Honda tuvo un Dakar fatal: los abandonos de Barreda Bort y Brabec cuando lideraban y la sanción a Kevin.

Fuera de este asunto, Kevin analizó la carrera: “Arranqué de menos a más. Me empecé a sentir mejor con el paso de los días. Los dos primeros días me hubiera gustado ser más agresivo, he salido cuidando mucho, pero después me puse en ritmo, peleando. Estoy contento, ha sido un Dakar duro, peligroso, todo el tiempo había peligro”.

Igualmente, no pudo sacarse la desazón de encima: “No era la idea terminarlo así, tenía un objetivo, un sueño, algo por lograr. Me preparé mucho y estaba para poder pelearlo. Me han puesto tres horas de tiempo de penalidad, el problema del GPS que fueron 15 minutos en la etapa ocho que tampoco me devolvieron. Muchas cosas que se suman y que al final que me quitan las ganas, pero no hay que darse por vencido”.

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TOMÓ LA POSTA

Distinto fue todo para Luciano, que fue de menos a más y terminó con un buen sprint, siempre en el top ten, que le permitió un gran octavo puesto con la KTM oficial, siendo el mejor argentino sobre las dos ruedas. «Quedé quinto en la última etapa y cerramos la carrera con un octavo lugar en la general. Una sensación única cruzar la meta después de 10 días brutales en el desierto y sentir que supere los objetivos que me había puesto», celebró el menor de los hermanos.

«Pasé por muchas sensaciones: frío, calor, hambre… Pude recobrar la confianza luego del accidente que tuve el año pasado y que me lastimó las vértebras. Me deja muy satisfecho el haber hecho las últimas etapas con el ritmo de los de adelante. Hay Dakar para rato», agregó Luciano.

La alegría de Luciano en la rampa de llegada.

Sobre lo que ocurrió con su hermano, señaló que «la penalización es injusta. Pero el llegar los dos sanos después de tantos accidentes es algo muy bueno, ahora podremos relajarnos y disfrutar lo que viene».

Que así sea.

 

Fotos: prensas KTM y Honda.

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