EL GRAN PREMIO DE MEXICO DESLUMBRÓ.

Quienes defendemos al automovilismo-espectáculo, no pudimos más que disfrutar de un evento que adoptó raíces argentinas genuínas vinculadas a la pasión, fervor, fanatismo y repercusión. Como las volcadas por la multitud de mexicanos que han convertido a su gran premio es una cita infaltable en el calendario de Fórmula 1. Sí, infantable, y además en un autódromo como el Hermanos Rodríguez, coliseo de la velocidad moderna.

Multitud, fiesta: GP de México.

Por ahí recordé al mirar las tribunas colmadas, festivas, que albergaron durante los tres días a unas 370 mil personas, a remotos tiempos de antaño cada vez mas amarillentos, referidos a los años ´70 cuando la F-1 en la Argentina explotaba y monopolizaba el interés y entusiasmo que llenaba de bote a bote al autódromo porteño.

Volvamos al presente, disfrutar del pasado vivido reconforta pero, no debe obstaculizar la dinámica del presente y futuro de la vida misma. ¿De acuerdo?

La fenomenal maniobra de Max a poco de largar

La brillante maniobra de Max Verstappen ejecutada con el Red Bull en la primera curva, apenas iniciado ayer el Gran Premio de México disparó asombro y admiración. Además ratificó que el hijo de Jos, frustrado valor de los ´90, se apoya en bases cada vez más sólidas para quitarle la corona a Sir Lewis Hamilton y al gigente anglo-alemán Mercedes en F-1.

Con arrojo y determinación, consolidado, saltó a la punta al estirar el frenaje en la curva inicial y los llenó de tierra a los Mercedes. Para colmo, el pole Valtteri Bottas tocado por el McLaren de Daniel Ricciardo, pasó de candidato a la cola del pelotón. Pudo decir el finés en sus carreras despedida de Mercedes, que lo único incoporado en sus valijas para retornar a Finlandia, haya sido la hermosa! réplica del casco del Chueco Fangio, como el utilizado en 1951 para ganar la primera de los cinco campeonatos mundiales.

En el podio. Verstappen y el amigo Carlos Slim se abraza con Checo…

El maniobrón de Max le abrió las puertas a la novena victoria anual en 18 fechas cumplidas, apuntada luego por una acertada a estrategia.

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El estupendo triunfo de Verstappen, seguido por su único obstáculo en la senda que debería depositarlo en la obtención de su primer título del mundo de F-1, como para disfrutar de una fiesta, tuvo el corolario soñado acaso por los mexicanos. Sergio Perez en el otro Red Bull finalizó tercero y muy cerca de Hamilton. Las tribunas, los foros, estallaron.

La tercera victoria de Max en México -nadie ha ganado más en el espectacular Hermanos Rodríguez-, 19º en su palmarés, lo dejó con 19 puntos adelante de Lewis. Hubieran sido 20 pero Bottas, 15º, le arrebató el del récord de vuelta en el último giro.

“Corrimos un riesgo, hicimos una gran frenada y funcionó«, dijo casi  sin inmutarse Verstappen, vencedor cómodo, «estamos enfocados en el resultado; tenemos nuestro plan y vamos a seguir fuertes». Sus palabras, corroboradas en los hechos. ¿En Interlagos, GP de Brasil del finde, puede repetirse la película?

“Llegar segundo lugar me costó poner el estómago. Tuve que poner la panza literalmente, ‘Checo’ me estuvo presionando mucho, siguiéndome siempre cerca y con eso mostró la potencia de su auto», reconoció litereal Hamilton; una forma de admitir que sus límites y posibilidades están a tope, no hay más; ¿no hay más Lewis?

¡Que trofeo! La replica del casco de Fangio fue para Bottas por marcar la pole.

El último apunte para Checo Pérez, ovacionado desde todos los costados, «sí!, alcancé a escuchar el aliento de la gente desde mi auto». Emocionado, primero de los pilotos mexicanos en la historia en subir a un podio en el GP del país. «Los mexicanos nos merecemos celebrar mucho. Me sentí lleno de apoyo. Quiero que disfrutemos mucho, nos los merecemos, los aficionados son lo mejor para mí desde mis inicios«, soltó como para reafirmar el «romance» con sus compatriotas.

 

Fotos: gentilez Reuters, Red Bull.

 

 

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