HUBO UNA PRIMERA VEZ…

… y fue hace mucho tiempo, exactamente 70 años, cuando esa costumbre cada vez más presa en la telaraña de los recuerdos, como es el de ver a un piloto  argentino ganar en la Formula 1 por sobre los extranjeros, se concretó por primera vez. Paradójicamente  no fue Juan Manuel Fangio, el hombre que luego engalanaría la historia con sus cinco titulos mundiales, sino Oscar Alfredo Gálvez, el otro gran referente del automovilismo nacional, que a diferencia el Chueco eligió quedarse en Argentina y construir su idolatría en el Turismo Carretera.

“Ahora hay.ganarles más seguido…”.  La locuacidad habitual de Oscar en el comentario al Chueco, aquel  lluvioso 6 de febrero de 1949 luego de concretar en el circuito de los bosques de Palermo el 1-2 argentino ante los hasta entonces invencibles extranjeros, no tenía el tono de la exigencia, que vaya si cumpliría el balcarceño, que tres semanas más tarde en Mar del Plata iniciaría su extenso camino triunfal ante los extranjeros. Lamentablemente ninguno de los dos pudo ser reflejado por la mayoría de los diarios de la época por una huelga de los obreros gráficos que desde el 7 de febrero se extendio hasta el 4 de marzo.

Una docena de autos se alistaron en la desprolija grilla de largada, donde desde el fondo Oscar Gálvez escaló varias posiciones con su Alfa Romeo. A las pocas vueltas comenzó la lluvia.

Eran otros tiempos y otro automovilismo aquel de hace siete décadas. Todavía no existía la Formula 1, la categoría similar máxima de  la época tenía la denominación de Autos Especiales. Eran frecuentes imágenes increíbles actualmente, como la de ver a los pilotos llegar al circuito remolcando sus autos de carrera. Tampoco la seguridad era un tema prioritario, como basta comprobar con ver las imágenes de gran parte de la multitud  reunida en circuito de Palermo, marcando los contornos de la pista con su peligrosa y temeraria ubicación.

Era un clásico la Temporada Internacional en Argentina a fines de los 40. A los europeos les servía para generar más actividad fuera de un continente, que comenzaba a levantarse de las secuelas de la Segunda Guerra. A los argentinos, para insertarse en un ambiente automovilístico que empezaba a pensar en un Campeonato Mundial de Fórmula 1 que llegaría en 1950. Aquella  temporada 1949 había comenzado con una gran tragedia. El 28 de enero durante las prácticas para la carrera inicial, tras despistarse y volcar con su Simca se mató el francés Jean Pierre Wimille, la gran figura de ese momento y el mismo que a su llegada a la Argentina había visto en Fangio “un futuro gran campeón…”. Dos días más tarde el italiano Alberto Ascari, otro futuro monarca, ganó la carrera que vio llegar tercero a Oscar Gálvez.

Ante la cercana y peligrosa presencia del público, Oscar Gálvez aventaja a la Maserati de Fangio, retrasada en los instantes iniciales de la carrera. Igual el Chueco terminó segundo aunque a 2 vueltas de su compatriota.

Hubo revancha una semana más tarde, aunque las cosas no pintaban muy bien para Oscar con el motor de su Alfa Romeo que notaba duro. ”El mejor argentino llega a dos vueltas de los europeos”. pronóstico Julio Rosso, amigo del Aguilucho,  junto con Ernesto Petrini, otro piloto de TC de aquellos años, y el propio Oscar, componente  del trío que junto los 65.000 pesos para comprar el Alfa Romeo 8C 308  de 3.800 cc sin compresor. Era tal el entusiasmo y la obsesión que Gálvez tuvo desde que vio aquel auto, que para poner su parte dejó en un solo piso (originalmente estaba pensado en dos plantas) la casa–taller que estaba construyendo en Caballito. Quedó claro que valió la pena.

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Lejos de desmoralizarlo, la frase de Rosso acicateó a Gálvez, que empujó más su optimismo al ver los negros nubarrones que invadieron el cielo de Palermo como anticipo de la lluvia. Frente a esto, comenzó a tajear los neumáticos con una sierra para generar surco y tener mejor agarre en el piso mojado. Una artesanal forma de preparar el compuesto para lluvia… Así se acomodó al fondo de la grilla, que sin ser numerosa (12 autos) era calificada porque estaban las grandes estrellas italianas Luigi Villoresi, Giuseppe Farina, Alberto Ascari y un Juan Manuel Fangio que ya empezaba a ser mirado con respeto por los europeos. No tardaría el tiempo el mostrar el valor de esa grilla ya que Farina (1950), Fangio (1951-54-55-56-57)  y Ascari (1952-53) monopolizarían los primeros ocho títulos mundiales de Fórmula 1.

Ya instalado en la punta Gálvez transitó las últimas 5 vueltas entre al tensión propia de la lluvia, y el amenazante desborde del público. Finalmente concretó una victoria histórica para el automovilismo argentino.

Una gran largada proyectó a Oscar al cuarto lugar detrás de Ascari, Villoresi y Fangio. Un sobrepaso de Farina le hizo perder un puesto pero enseguida ganó dos con los retrasos de Villoresi y Fangio. “No son tan invencibles”, pensó Gálvez mientras la lluvia se intensificaba viendo que Ascari y Farina no se les escapaban. Un toque al cordón con su Ferrari sacó del camino a Farina. Sólo quedaba Ascari y aunque la diferencia era de una decena de segundos, Oscar intentó el ataque. No hizo falta, porque a 5 giros del final, el diluvio que caía no contó para esa multitud que explotó de euforia con gritos y festejos  al ver el lento andar de la Maserati de Ascari con el escape roto. Fueron interminables los cinco últimos giros con el Alfa de Oscar en punta, no tanto por la proximidad del escolta Fangio, estaba dos vueltas, sino por el peligro que el entusiasmo de un público que bordeaba cada vez más la pista se transformase en peligroso descontrol. Por suerte la gente supo esperar pero apenas el Alfa de Oscar cruzó la meta descargó todo el festejo contenido. Un festejo que no conoció límites al punto que un fanático de Oscar, cumplió la promesa de tirarse al barro con su hasta entonces impecable traje blanco…

“Tenés el coraje de los elegidos, venite a correr a Europa donde seguramente harás grandes cosas”, fue el elogio-propuesta que Oscar recibió de Villoresi, uno de los grandes de la época y uno de sus grandes derrotados aquel día. Gálvez prefirió seguir en Argentina y en el TC, como también eligió ese camino ante una nueva propuesta europea recibida en 1953 tras terminar en el por entonces Autódromo 17 de octubre en su única carrera en el Mundial.

Nunca se sabrá qué hubiese pasado con Oscar Gálvez de haber tenido continuidad en la Fórmula 1. Si, se conoció una válida opinión que puede obrar como interesante pista.

“Si Oscar hubiese corrido en Europa, tal vez, yo hubiese tenido algún título mundial menos…”.

¿Su autor?, Juan Manuel Fangio.

 

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1 COMENTARIO

  1. Conozco a alguien que tiene mas de 80 años y estuvo en la curva sur del circuito. Siempre cuenta que Oscar Galvez llegaba con el auto totalmente cruzado.
    Se acerco al piloto luego de la carrera y tenia los dos brazos morados hasta los hombros de tanto golpearse contra la carroceria del auto.

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