QUÉ LINDA FUE LA DÉCADA DEL 70 PARA LA FÓRMULA 1.

Qué linda pero que peligrosa con vidas que se cobró como las de Jochen Rindt, Francois Cevert, Peter Revson. Ronnier Peterson. Nombres que podrían haber hecho mucha más historia en las estadísticas de no haber chocado contra el fatal destino de una época donde el tema seguridad no era visto con la rigurosidad de nuestros días.

Por eso te costará entender entre otras cosas que hasta principios de los 70 no eran obligatorios el uso de los extintores en los autos. Y como no lo eran, muchos no los ponían para ahorrar peso sin pensar en las vidas de los que iban arriba… De haberlos tenido el BRM P160 de Joseph Siffert hace hoy cuarenta años, este suizo, un caballero fuera de la pista y un guerrero, dentro, no estaría en esa infausta lista. Es que su despiste en la curva Hawthorn del circuito inglés de Brands Hatch, presumiblemente por la rotura de la suspensión dañada en un toque con el March de Peterson en la segunda vuelta, había tenido como consecuencia inicial el desmayo y la fractura de un tobillo. La falta de extintores y de pequeños tubos que permitían mantener la respiración más la tardía reacción de los encargados de seguridad provocaron que Siffert muriese asfixiado en la vuelta 15 de la Victory Race , una carrera de Fórmula 1 sin puntos, programada para homenajear al campeón Jackie Stewart.

Una fiesta que terminó en tragedia y que tuvo entre ese grupo de pilotos que poco a poco fue deteniéndose frente al BRM humeante de Siffert para conocer la mala nueva a un joven Carlos Alberto Reutemann, que sobre un Brabham BT 33 corrió aquel 24 de octubre de 1971 su primer carrera de Fórmula 1 en Europa como prólogo del ingreso al Campeonato Mundial que haría al año siguiente.

Sus duelos con Pedro Rodríguez sobre los Porche 917 fueron inolvidables.

Jo Siffert, o simplemente Seppi como lo conocía el ambiente con este apodo ganado en sus epocas de motociclista, contaba 35 años y pese a ser un piloto de primer nivel no parecía tener destino de campeón de Förmula 1. Lo suyo eran los Sport, donde junto al mexicano Pedro Rodríguez, fue quien mejor pudo domar al brioso Porsche 917

al punto de ser el más ganador con ese auto emblemático de los Sport de los 70. Su estilo veloz, aguerrido pero seguro lo convirtió en uno de los grandes referentes en tiempos que la categoría competía en brillo con la Fórmula 1.

También resultó una pieza clave en los títulos mundiales que Porsche enhebró entre 1968 y 1971. Fue tanto el feeling de Siffert con Porsche y el aprecio que se ganó entre los popes germanos que cuando Ferrari lo tentó para llevarlo a su equipo de Sport, con tal de reternerlo la empresa alemana le pagó al suizo su temporada 1970 en el equipo March de Formula 1. Compañero pero también enconado rival de Rodríguez, el destino trágico los unió en ese 1971, en que ambos también compartieron el equipo BRM de Fórmula 1. Rodríguez se mató el 11 de julio en una carrera de Sport Interserie en Norisring, Alemania. Siffert murió en una carrera de Fórmula 1 sin puntos en Brands Hatch, Inglaterra, programada para suplir al Gran Premio de México, cancelado por la muerte de Rodríguez…

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El entierro de Siffeert en su Friburgo natal, congregó a 50.000 personas y el cortejo fue encabeza por un Porsche 917  que lució una gran cinta negra y fue  manejado por el inglés Derek Bell, su compañero en varias victorias con ese auto, entre ellas los 1.000 Kilometros de Buenos Aires de 1971.  el mismo domingo 10 de enero en que entre la hoguera que se convirtio su Ferrari, tras el choque con el Matra de Jean Pierre Beltoise se consumió la vida de Ignacio Giunti, una de las promesas del automovilismo italiano de aquella época.

Siffert vivía en aquel octubre de hace cuatro décadas su mejor momento deportivo con trabajo a full en Fórmula 1, Sport y la Copa Can Am. Era el premio a muchos años de lucha como hijo de una familia de clase media que debió hacer muchos sacrificios para correr. En sus primeros dos años de vida tuvo distintas operaciones para corregirle deformaciones en sus pies que le dejaron la pierna derecha un poco más corta. No se notó a la hora de acelerar. Si, notó su talento Rob Walker, un escocés dueño de uno de los principales equipo privados de la Fórmula 1, luego que a mediados de los 60 y por dos años consecutivos Siffert derrotara al gran Jim Clark en el tradicional Gran Premio del Mediterráneo, una carrera de las tantas sin puntaje que la Fórmula 1 disputaba por esos años en el  veloz circuito de Siracusa. Le dio la oportunidad y el suizo no la desaprovechó.

Su gran día fue el 20 de julio de 1968 en Brands Hatch, cuando sobre el Lotus 49B con el azul tradicional de Walker, derrotó en el Gran Premio de Inglaterra  a  la Ferrari 312 oficial de Chris Amon  y le quitó al neocelandés unas de las grandes chances que tuvo para ganar un Gran Premio puntable en la Fórmula 1. Estadísticamente quedó en la historia como el último triunfo de un equipo privado en el Mundial. Qué tiempos. Distintos a los actuales donde  ya no asombra que el ganador desparrame el champaña en el  podio. ¿Sabes quien fue el primero que lo hizo?  Si, Jo Siffert.  Fue el 11 de junio de 1967 tras vencer por segundo año consecutivo  en la clase Indice de Performan de las 24 Horas de Le Mans, paradojicamente una carrera que en su clasificación general nunca pudo ganar.

Su burbujeante festejo en el Gran Premio de Austria en 1971.

Cruel el destino, en ese mismo Brands Hatch de su gloria mayor, le tendió a Siffert la trampa fatal. Fue dos meses después de haber ganado en Austria el segundo de los 98 Grandes Premios que disputó entre 1962 y 1971. Si queda algún consuelo del sacrificio de la vida de Siffert es que, como ocurriría en 1994 tras la muerte de Ayrton Senna en Imola, su fatal accidente hizo replantear seriamente las medidas de seguridad. Los extintores se hicieron obligatorios, lo mismo que los pequeños tubos para mantener la respiración. Ocho meses después en el Gran Premio de Inglaterra, Henri Pescarolo con el Politoys FX3 del por entonces modesto equipo de Frank Williams sufrió un despiste similar y en el mismo lugar que Siffert. Gracias a las nuevas medidas de seguridad, el francés pudo contarlo. Algo que nunca pudo hacer el pobre Jo Siffert.

«Su vida fueron las carreras y las carreras fueron su muerte « escribio Jacques Deschenaux en su columna del diario suizo La Liberté, al día siguiente de la muerte de Jo. Compatriota y biografo de Siffert, Deschenaux dedicó a su memoria  las agendas estadisticas anuales de la Fórmula 1 que durante años fueron consulta permanente de los periodistas de todo el mundo.No fue el unico recuerdo En el Festival de Cine de Lugano del 2005, se estrenó la película «Vivió rápido, murió joven» . Nada mejor para definir la vida de Jo Siffert.

Por Miguel Sebastián

 

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