A LOS GOLPES.

Así anduvieron varios de los pilotos del TC en Río Hondo. Cuesta encontrar alguien que no haya participado en un choque, golpe o en un simple roce como incluso ocurrió con el ganador Otto Fritzler y  su escolta Diego Ciantini en una maniobra clave para la definición de la carrera. Igual fue poco en relación con otros golpazos que hubo en el medio del pelotón y más atrás. El grupo, donde al decir de los pilotos, hay que ir preparado como para una guerra.

Consecuencia de esta hecatombe en la pista fueron unos cuantos autos golpeados, varios pilotos frustrados y/o enojados pero por suerte todos ilesos. Igual no habrá que abusar de la buena fortuna, porque “algún día nos vamos a lastimar…” como bien advierte Leonel Pernía, protagonista de un de los accidentes más espectaculares al montarse el Dodge de Martín Vazquez. Bastante trabajo para los talleres como también para las autoridades de la CAF por las cuatro exclusiones, dos recargos y otra serie de incidentes merecedores de un profundo análisis.

Los choques y trompos provocaron riesgosas situaciones que causaron serios daños en loa sauto pero afortunadamente ninguna consecuencia para los pilotos

Deportivamente tantos choques tampoco aportaron mucho al lucimiento del espectáculo. Es cierto que hay quienes disfrutan con esas incidencias pero su reiteración termina por quitarle el verdadero sentido competitivo a la carrera ante las reiteradas y obligadas intervenciones del auto de seguridad. En Río Hondo hubo ¡5! en las primeras catorce vueltas. Casi un poco envidiable récord que a la hora del balance final dejó sólo 13 giros a velocidad sobre 22 recorridos de los 25 previstos.

Surgen distintos factores a la  hora de explicar esta tendencia de carreras friccionadas que el TC venía insinuando desde las anteriores fechas y que maximizó en Río Hondo. Específicas de la fecha santiagueña fueron su atípica clasificación (por las cambiantes condiciones climáticas) y las características del circuito. Por lo primero se mezclaron en la grilla los pilotos veloces con los más lentos. Conocida es la obstinación con la que por lo general los habituales relegados defienden sus posiciones cuando se ven adelante, como también es sabido el ímpetu de los más veloces para avanzar desde atrás. Por lo segundo hay que señalar que el ancho de una pista, de buen piso, moderna y segura, alentó a tomar riesgos mayores que en otros escenarios. A mayores riesgos, mayores posibilidades de accidentes.

La gran cantidad de autos provoca, especialmente en el lote intermedio, nutridos y compactos grupos donde la posibilidad del tqoue está latente en cada metro.

Ya en una visión general de esta “guerra” que empieza a preocupar al TC no hay que olvidar otros dos factores importantes. Uno son las presiones que tienen los pilotos por lograr buenos resultados para conformar a patrocinantes cada vez más difíciles de capturar. Esto además de esos constantes cambios de autos, equipos y preparadores, los llevan a exceder sus límites en la pista. Otro es la gran cantidad de autos. El promedio de 50 por carrera es bueno para inflar el pecho de orgullo de la categoría pero parece algo excesivo para la duración de las carreras que no pasan de las 25/30 vueltas y de los 50 minutos y para la extensión de algunos circuitos, que apenas llegan a los 4.000 metros. Igual por ahora prevalece la particular postura de la ACTC de permitir en la final la participación de todos los inscriptos. Por todo lo expuesto asoma casi  imposible de concretar y lindante con la locura la idea juntar los autos del TC y TC Pista (90 aproximadamente) en el proyecto de los 1.000 Km de Buenos Aires agendado para 2024. Por suerte hay tiempo para reflexionar.

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Así quedó el Dodge de Gustavo Micheloud tras uno de los toques. Salir sin problemas ficicos fue uno de los regalos del destino en el día del  34° cumpleaños del piloto comodorense.. 

“Sera cuestión que nosotros bajemos un cambio” coinciden la mayoría de los pilotos en una referencia que no apunta a la parte técnica de los autos sino a la emocional de los pilotos. Calma entonces muchachos, como pide un jovencito de 20 años como Otto Fritzler, quien pese a su victoria no deja de reconocer que “Río Hondo fue una carrera peligrosa” y como reclama un experimentado que anduvo por la Fórmula 1 como Norberto Fontana, que padeció con dos choques esa temeridad y peligrosidad desplegada por muchos colegas en la pista santiagueña.

Calma muchachos. Son carreras, no una guerra.

 

Fotos; Prensa ACTC

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2 COMENTARIOS

  1. El problema es la gran cantidad de autos(no deberian largar la final mas de 40 autos) sumado al bajo nivel conductivo de muchos pilotos,algunos de reciente «ascenso» desde el TC Pista.Mientras tanto Chapur parece que tiene que seguir haciendo merito en la telonera…
    Encima en Bs As hablan de correr las dos categorias juntas,aprox 90 autos,un verdadero disparate.

  2. Estamos en presencia de un joven que se llevó la carrera? en gran forma demostrando grandes dotes conductivas dignas de un consagrado. Por ahora una revelación.
    Sepan señores de la ACTC que calidad no es igual a cantidad, acá sobran pilotos y algunos no han madurado ni creo que lo hagan, otros maduran en en suelo y el sabor para el televidente o para el espectador no es el mismo y otros que han madurado en término se les acaba la paciencia en las primeras de cambio.
    De carrera tuvo poco, como puede ser que en el mejor autodromo del país se despachen con cinco pace car.
    Que queden afuera los últimos doce tiempos de clasificación, tampoco sería la fórmula porque está visto que la velocidad se compra y una vuelta rápida la hace cualquiera, luego el comportamiento en carrera queda para los más dotados. Ya que a la categoría pareciera no importarle estaría bueno que la gente arrime propuestas, porque el TC es de a gente.
    Saludos

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