EL

TELEFONO

ROJO

Por el equipo de visionauto

Por un momento, pareció que –como en la Crisis de los Misiles de 1962– iba a estallar la Tercera Guerra Mundial pero en el automovilismo argentino. El Teléfono Rojo, la línea directa establecida entre John Fitzgerald Kennedy y Nikita Kruschev, tuvo su remedo vernáculo, deportivo y sobre ruedas. Sonó con fuerza el pasado viernes 20 de noviembre, cuando la Top Race cumplía con su rutina de entrenamientos en el Sur argentino, en Comodoro Rivadavia, y la Crisis de los Expedientes casi hace saltar por el aire la paz automovilística.

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-Oscar, hasta acá nos venimos manejando bien –sonó la voz de un lado de la línea- Respeten la decisión. Si no, todo lo bueno que hicimos hasta hoy, se termina.

Si Gabriel Furlan no era autorizado a salir a la pista del General San Martín de Comodoro Rivadavia, ese viernes, la concordia de la última década entre la CDA del ACA y la ACTC habría estallado en pedazos, con consecuencias inimaginables para el deporte en el país.

Repasemos los hechos. Furlan había sido suspendido por 60 días por la Comisión Asesora y Fiscalizadora (CAF) de la ACTC, tras los incidentes en La Rioja con Juan Cruz Alvarez. El veterano piloto apeló, pero el recurso fue rechazado por la CAF. Lejos de resignarse, porque la suspensión lo dejaba sin correr por el resto de la temporada, Furlan recurrió a la figura de “arbitrariedad manifiesta” (es decir, recusando el procedimiento por el que se lo suspendió, no la suspensión misma) un día antes de iniciarse la actividad en Comodoro. La CDA tomó el recurso de amparo, pidió el expediente a la CAF y estableció el status quo de rigor mientras estudiaba las actuaciones.

La situación se tensaba. ¿Por qué la CAF se vio obligada a trasladar el expediente? Simple: por la relación de fuerzas que sustenta el vínculo armonioso entre ambas instituciones fiscalizadoras. En la práctica, solo hay una: la CDA del ACA, que detenta el poder deportivo delegado por la Federación Internacional del Automóvil (FIA); la ACTC es una institución poderosa pero a los efectos de la actividad funciona como si fuera una federación afiliada a la CDA. Bajo esa premisa se sustenta el equilibrio político entre los colosos. Por eso la CAF siguió el procedimiento.

Sin embargo, a algunos oficiales no les llegó la comunicación en Comodoro del estado legal del asunto y no autorizaban a Furlan a salir pista. El piloto de Mitsubishi alertó a la CDA.

Y entonces sonó el Teléfono Rojo.


No es ningún secreto que la ACTC, o un grupo de sus máximos dirigentes, no tolera a Furlan. Este se ha considerado, incluso, “víctima de una persecución política por pensar distinto y decirlo, porque hay varios pilotos que no están del todo de acuerdo acerca de la ACTC de cómo se manejan las cosas, pero el miedo a ser sancionados, yo soy un claro ejemplo, los condiciona a no manifestarlo”, (Diario El Patagónico de Comodoro Rivadavia, del sábado 21 de noviembre).

Pero la disyuntiva habría sido peor. En esos minutos, pudo haber volado por los aires el modelo actual de funcionamiento y negocios del automovilismo argentino. Fue así como un rato antes de las 16 del viernes, después de que la conversación con el titular de la CDA, Carlos García Remohí, llegara hasta la crudeza más absoluta, Oscar Aventín tomó su decisión y llamó a su vez al Sur.

Gabriel Furlan quedó sexto en ese entrenamiento.

La Crisis de los Expedientes había terminado. Luego la CDA encontró que no había tal vicio de instrucción, como reclamaba el piloto, en el procedimiento de la CAF. Devolvió las actuaciones rechazando el recurso de amparo. Por eso, Furlan no está entre los 30 pilotos que participan de esta última fecha del año del TRV6 en Paraná. No habrá conflicto entre las entidades.
Y el automovilismo sigue andando.

11/12/2010
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2 COMENTARIOS

  1. esta nota es joda o es verdad, supongo que por como uds escriben es verdad: asi que oscar tuvo que levantar el pie y alinearse….
    muy buen informe

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