UN 1 DE NOVIEMBRE DE FIESTA para los mexicanos por la recuperación de su Gran Premio de Fórmula 1 luego de 23 años. Nada que ver con  aquel otro 1 de noviembre de hace 53 años, que pintaba para fiesta con la primera carrera de Máxima en el país azteca y casi antes de empezar terminó con la muerte de Ricardo Rodríguez,una jóven promesa de 20 años, tal vez el mayor  talento conductivo que tuvieron los mexicanos y uno de los hermanos, el otro es Pedro, también caído en una pista, que le da el nombre al autódromo que este fin de semana será escenario de la 17ª fecha del campeonato que ya quedó en poder de Lewis Hamilton.

“Doy una vueltita y vengo”. Esa fue la frase con la que  mientras se ponía nuevamente el mameluco de competición,  Rodríguez  conformó a su esposa Sara por su decisión de volver a subirse a Lotus en plena sesión de entrenamientos. Una decisión que sorprendió a la mujer porque Ricardo ya estaba cambiado con ropa de civil para ir al cóctel de recepción de la carrera  sin puntaje con la que México  daba el paso previo para ingresar al calendario en la siguiente temporada. Un paso que era obligatorio en esos años.

El Lotus 24,en boxes, tras el trágico despiste que terminó con la vida de Ricardo Rodríguez.

Algunos adjudicaron la decisión de Ricardo al pedido de su padre Don Pedro, personaje muy influyente e su campaña, que había llegado tarde al circuito y quería verlo en acción. Otros, al pedido de los mecánicos del equipo de Rob Walker, para que comprobase si estaban solucionados los problemas de carburación que habían afectado a Lotus 24, el auto que el mexicano había elegido para correr en su país ante la ausencia de Ferrari, el equipo con el que había participado en sus cinco primeros Grandes Premios puntables.  Y no faltaron quienes conociendo el tremendo espíritu competitivo del vehemente Ricardo, hablaron de su obsesión  por recuperar el primer lugar perdido en los entrenamientos ante John Surtees. El inglés no era un rival más. Era su futuro compañero de equipo en Ferrari que ya le había renovado el contrato a Rodríguez para la temporada 1963.

Eran las cinco y cinco de la tarde del caluroso jueves 1 de noviembre de hace cincuenta y tres años cuando Ricardo Rodríguez volvió a salir a la pista del por entonces denominado Autódromo Magdalena Mixhuca. La clásica seña del «todo bien» fue el último gesto que su padre, su esposa y su hermano vieron en el joven azteca.Un par de minutos después el eufórico relato del locutor del circuito se paralizó de improviso ante el tremendo sonido, similar al de una explosión, producido por el choque a 180 km/h. del Lotus contra el guardarail en la curva que hoy lleva el nombre de Rodríguez. Hubo un silencio angustioso que pareció eterno hasta que Don Pedro, Sara y Pedro llegaron al lugar del accidente. El cuerpo de Ricardo, despedido del auto, estaba tendido a unos metros del Lotus, que a su vez descansaba montado sobre el guardarail.

«Guedo no te vayas, no te vayas…», imploró tan dramática como inutilmente Pedro, haciendo mención al apodo familiar que tenía su hermano. Había sido el primero en llegar hasta el lugar donde estaba el cuerpo de Ricardo, sangrante y parcialmente seccionado a la altura del estómago.Los gritos de bronca e impotencia del padre de Ricardo y el llanto desconsolado de Sara completaron la trágica escena de los últimos minutos de la vida de un Ricardo Rodríguez que en sus 20 años la vivió con una intensidad superior a muchos que llegaron a ancianos.Su récord de precocidad como debutante en la Fórmula 1, concretado en Italia 1961 con 19 años, se mantuvo hasta 1980.

La muerte de Rodríguez alcanzó nivel de duelo nacional en México Su velorio convocó una multitud como nunca antes se había visto por un deportista. Asistió hasta Adolfo López Mateos, por entonces presidente de la Nación y de estrecha relación con la familia Rodríguez. Todo este dolor no impidió, como era común en la época, que tres días más tarde se corriese la carrera.Un ramo de flores, colocado en el lugar del accidente constituyó el homenaje que el día de la carrera hubo para el infortunado Ricardo.

Pedro Rodriguez llegó 4º con este BRM P 133 en 1968. Fue su mejor resultado en sus 8 participaciones en el GP de su país.

La rotura dela suspensión fue una de las causas que inicialmente se evaluaron como causante del accidente. Tampoco se descartó un exceso conductivo del temperamental Ricardo. Posteriores peritajes avalaron la primera explicación. Esto no le quitó a su padre  Don Pedro el profundo dolor que lo llevó a una gran depresión. No pasó lo mismo con la viuda Sara, que rápidamente dejó de lado el luto (algo tradicional en esos años) para viajar a Europa y dilapidar en lujos y ostentaciones buena parte del capital económico acumulado por su marido.Pedro,el hermano mayor de Ricardo, se quedó en México, y también afectado por la tragedia se juramentó no correr  más y comenzó a ayudar a su padre en los emprendimientos comerciales.Su pasión por las carreras pudo más y a los pocos meses ya estaba corriendo y al año participó y abandonó sobre un Lotus 25 en el primer Gran Premio de México con puntos para el Mundial. Desde entonces fue infaltable hasta 1970 al tiempo que desarrollaba una interesante campaña que lo convirtió hasta ahora en el único mexicano ganador de Fórmula 1 (Sudáfrica 67 y Bélgica 70) y en uno de los mejores pilotos de Sport. El 11 de julio de 1971 repitió el destino fatal de su hermano al morir en una pista. Fue en Nuremberg, Alemania, sobre una Ferrari 512 M Sport durante una carrera de la Copa Interserie, que no iba a correr pero que finalmente hizo empujado por su permanente espíritu competitivo y los 5.000 dólares extra que le aseguraron los organizadores.

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La desaparición de Pedro Rodríguez  terminó por cancelar la edición 1971 del Gran Premio de México, que ya venia con dudas por la caótica organización del año anterior que mostró desprolijidades como ver público sentado  en las cercanías de la pista y hasta un perro que se cruzó en plena carrera.  Así se cerró el capitulo inicial de su  historia. También terminó de dibujarse el circulo trágico que unió a los hermanos Rodríguez en un Gran Premio en cuyo nacimiento tuvieron mucho que ver. Sería bueno que este fin de semana tengan el merecido recuerdo.

 Por Miguel Sebastián

Fotos: laf1.es y sopitas.com

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