A LA MANERA DE JULIÁN.

A veces vale la espera para lograr las cosas como uno quiere y le gusta. Como piloto aguerrido y ofensivo, Julián Santero disfruta de ganar carrera avanzando con sobrepasos, maniobras ajustadas y a veces en la frontera de lo reglamentario.

Santero contuvo hasta el final los intentos de Lambiris por quitarle la victoria. Con sus distintas realidades ambos concretaron el 1-2 de Ford.

Se dio el gusto en El Calafate sobre el Ford del equipo del Laucha Campanera, (LCA), el mismo Ford que pintado de anaranjado condujo el año pasado Mauricio Lambiris en su paso por el LCA. Un Lambiris que con su llegada a las huestes de Walter Alifraco se hizo cargo del Ford que justamente tenía Santero en 2022. Paradojas del enroque de equipos que hicieron Julián y Mauricio para este año, y que en la cuarta fecha motivaron que Santero le ganase a su auto de la última temporada, y el uruguayo (terminó segundo) fuese derrotado por el auto con el que el año pasado no pudo ganar.

Dato curioso al margen Santero mereció el triunfo que con su conocido estilo de ir a frente, supo construir desde el sexto lugar de partida a base de precisos y arriesgados sobrepasos al joven Quijada y los experimentados, Jakos, Castellano, Lambiris y Mangoni. “Fue una carrera tremenda. Pude haber ganado en Viedma y en Neuquén, pero esta victoria no la cambio por nada porque gané como me gusta. Arriesgué cuando tenía que hacerlo porque tenía un auto que estaba para ganar, aunque estuve varias veces al límite”, contó Santero en el podio donde su felicidad contrastó con los rostros serios de Lambiris y Santiago Mangoni, los grandes derrotados.

Werner se retrasó en la serie por un toque de Todino, pero luego se recuperó en la final. Llegó 10° y sumó valiosos puntos para mantenerse en el liderazgo del campeonato.

“Dos veces me dejaron sin pista en las reanudaciones, una con Mangoni y otra con Santero. Por mucho menos, los comisarios te hacen devolver el puesto. No estoy enojado, es que uno quiere que siempre se mida igual. Arriesgué y me salió mal, pero seguiré intentando“ lanzó Lambiris como tibia queja. «Aguanté más de lo esperado en la punta. Los autos de seguridad me terminaron perjudicando, ya que Lambiris y Santero tenían mejor aceleración que yo. Y cuando me pasaron, no los pude correr más…” precisó Mangoni. Era entendible la bronca de ambos. Lambiris dispuso de un auto para ganar. Mangoni al frente de la carrera desde el inicio hasta que en la penúltima vuelta la tercera entrada del auto de seguridad le cambio el panorama.

Quijada aguantó a Castellano y ganó la 2° serie en su 3ra carrera en el TC. En la final se retrasó al 12° puesto Un lugar más atrás llegó Otto Fritzler, quien tras su abandono en la serie por rotura del motor avanzó en la final  desde el puesto 46. Impresionante.

Salió más entretenida de los esperada y un poco menos áspera de lo temido este debut del TC en el Calafate, disfrutado por una importante cantidad de público. Determinante para la mayor agilidad fue el “enderezamiento” de la zona de las S que hicieron los pilotos, y la permisividad de las autoridades para que pudieran transitar por los sobrepianos y escapes de las curvas. Por eso no siempre se circuló por los sectores marcados como pista como debió ocurrir. Como solución de emergencia sirvió para evitar complicaciones, pero en función de futuro es necesario definir bien los límites y respetarlos. Sobre ese futuro de El Calafate, queda por ver si tendrá continuidad y si alguna otra categoría, además del TC, se atreverá a desandar 6000 Km entre ida y vuelta, y afrontar sin los subsidios que hubo para esta carrera, sus altos costos.

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Fotos: Prensa ACTC.

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