LAS COSAS CLARAS.

Así quiere Ferrari que estén las cosas en su equipo de Fórmula 1 en esta temporada 2022 que apunta a la ansiada reconquista de los títulos de Pilotos y Constructores. Por eso en los días previos a la carrera en Imola ya anunció que por el momento y hasta nuevo aviso, Charles Leclerc y Carlos Sainz tendrán libertad de acción en las carreras y al mismo tiempo extendió el contrato del español hasta fines del 2024, el mismo lapso que ya tenía Leclerc. Todos tranquilos para pensar en fortalecer el dominio mostrado en la parte inicial del campeonato y olvidar el paso en falso del Gran Premio de la Emilia Romagna.

Villeneuve y Pironi tuvieron distinta interpretaciones para el cartel de Slow que ante la intensa lucha entre ambos le mostraron desde el box Ferrari en las últimas vueltas.

Tal vez pesó en esas decisiones el recuerdo poco grato de lo vivido el 25 de abril de hace cuarenta años en esa misma pista italiana. Aquel 1982 que también pintaba para gloria total con dos pilotos del primer nivel como eran Gilles Villeneuve y Didier Piron pero que terminó de la peor manera por un desencuentro, ¿o una rebeldía?, ocurrida en esa carrera y que desató una serie de tragedias posteriores.

No venia bien la Fórmula 1 en aquella temporada 1982 cuando como tercera cita llegó a Imola para el Gran Premio de San Marino. El conflicto entre FISA (la actual FIA) y la Asociación de Constructores (FOCA) estaba en uno de sus peores momentos y esto llevó al grupo capitaneado por Bernie Ecclestone (FOCA) a boicotear la carrera con las ausencias de Williams, Brabham, McLaren, Lotus, Ligier, Arrows, March, Theodore y Fittipaldi.  Esto dejó una escuálida grilla de 14 autos (en la fecha anterior en Long Beach hubo 29) integrada por Ferrari, Renault, Alfa Romeo, Toleman, Osella, ATS y Tyrrell.

Pironi concreta su primer triunfo de la temporada y el segundo de los tres que logro en la Fórmula 1. Sobre la otra Ferrari, Villenuve llega segundo con toda bronca. Amistad rota y tragedias en puerta.

Tal era la expectativa por la carrera y tan grande el temor de los organizadores por el papelón de 14 autos, que unos días antes, Paolo Moruzu, uno de los directivos reunió en un almuerzo a Prost, Arnoux, Villeneuve y Pironi, o sea los pilotos de Renault y Ferrari. Al momento de los postres, le propuso armar un simulacro de carreras para las primeras 50 vueltas y dejar en libertad las diez finales para decidir el ganador. De esta manera la carrera conservaría su atractivo pese al escaso lote. Nadie reconoció haber aceptado pero lo cierto que esos cuatro pilotos estuvieron al frente. Igual no hubo que esperar las últimas 10 vueltas para vislumbrar una definición. El motor turbo de Prost cedió en la vuelta 7 y en la 45 le llegó el turno al de Arnoux, por entonces líder. Quedaron entonces los dos hombres de Ferrari para definir a todo o nada en esas 10 vueltas finales. Se intercambiaron varias veces el liderazgo hasta que ya con Villeneuve en punta, apareció en boxes el cartel con la palabra Slow. Cada uno lo interpretó a su manera. Gilles se confió creyendo que indicaba mantener sus lugares, tomó los anteriores cambios de posiciones como parte del juego pactadp y confió en la lealtad de su amigo para la definición. “Tengo un contrato igual a Gilles en Ferrari y no hay ninguna cláusula que diga que soy segundo piloto. Interpreté Slow como cuidar la marcha pero no mantener posiciones” explicó Didier.

Menos temperamental y más calculador, Pironi esperó hasta la última vuelta y aprovechando el exceso de confianza de Gilles, lo superó y lo dejó sin margen de recuperación. En la algarabía de los tifosi por el 1-2 de Ferrari en casa fue patético la nerviosa sonrisa ganadora de Pironi y el gesto serio de Villenueve, a quien hubo que convencer para ir al podio. No le dirigió la palabra ni la mirada a Pironi.“Pensé que tenía un amigo. Me equivoqué, solo soy un tonto. Esta carrera me permite descubrir a Pironi bajo su verdadero rostro. Me hizo una guerra estúpida; ambos podríamos quedarnos sin combustible. Bajé la velocidad para llegar hasta el final, para no dejarme traicionar así. Desde que estoy en Ferrari, slow significa mantener posiciones. Esto es muy grave porque me han robado una victoria. A partir de ahora lucharé con él (por Pironi) como con cualquier otro piloto, haré mis propias carreras y no volveré a dirigirle la palabra” descargó con incontenible bronca.

La felicidad de Michele Alboreto (3°) contrasta con el tenso rostro del ganador Pironi y el gesto serio de su escolta Villeneuve. El futuro les deparó un final trágico a los integrantes del podio en Imola 1982.
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Villenueve comenzó a buscar venganza pero encontró la tragedia. Dos semanas más tarde de en la clasificación del Gran Premio de Bélgica al ver que Didier estaba una posición adelante pidió volver a la pista de Zolder pese a que ya había consumido los mejores neumáticos de su Ferrari. Salió decidido a bajar ese tiempo sin medir riesgo. En camino a lo casi imposible encontró al lento March de Jochen Mass. Fue el trampolín para una voltereta que despidió a Gilles del habitáculo de su Ferrari y lo proyectó contra las vallas de contención. Con daños irreversibles en su cuello, la muerte piadosa llegó a la noche cuando los médicos recibieron la autorización de  Joanne, la esposa de Gilles, para retirarle la asistencia que lo mantenía con un hilo de vida. Dolido por la muerte de uno de sus pilotos preferidos, Enzo Ferrari ordenó retirar el equipo del Gran Premio de Bélgica.

Los días posteriores de Pironi no fueron tranquilos pese a pudo enderezar el rumbo competitivo e instalarse al tope del campeonato. Accedió el pedido de la esposa de Gilles para no concurrir al entierro del canadiense, soportó la crisis de su flamante matrimonio con Catherine Breyne y en ocasión del Gran Premio de Canadá recibió los constantes abucheos de los hinchas canadienses que lo consideraban responsable de la muerte de Villeneuve. Encima en la largada del Gran Premio, su Ferrari quedó parada y fue chocada por el Osella del novel Riccardo Paletti, quien murió poco después. Sin embargo lo peor estaba por llegarle en dos capítulos bien distantes.

El vuelo mortal de la Ferrari de Gilles Villeneuve el 8 de mayo de 1982 en el circuito belga de Zolder. En su obsesión por mejorar el tiempo de Pironi, el canadiense encontró la muerte.

7 de agosto de 1982. Cómodo líder del campeonato, Pironi marca el mejor tiempo en la tanda inicial clasificatoria del Gran Premio de Alemania en Hockenheim y se perfila como gran candidato para una victoria que lo dejaba en las puertas del titulo. Bajo una intensa luvia, sin necesidad ni posibilidad de mejorar ese tiempo, Didier decide salir a pista en los entrenamientos. En la cortina de agua y en su intento de superar al Williams de Dereck Daly, no ve al Renault de Prost y las ruedas de su Ferrari se montan sobre el auto francés para elevarse varios metros y caer sobre la punta del guardadrail. Pironi sufre múltiples fracturas en sus piernas que dan lugar, a una esforzada y dolorosa rehabilitación que demando 40 operaciones y la colocación de un centenar de piezas metálicas para recomponer los miembros afectados. Igual intenta volver y prueba un Ligier y un AGS. Se da cuenta que ya no es lo competitivo que exige la categoría., especialmente et por la pérdida de movilidad de su tobillo derecho.. Ahí termina su campaña en la Fórmula 1. A pesar de faltar en los últimos 5 Grandes Premios de la temporada 1982, pierde el título ante Keijo Rosberg por apenas 5 puntos.

Los mellizo Didier y Gilles nacieron cuatro y meses y medio después de la muerte de su padre.

23 de agosto de 1987. Sin posibilidad de retornar a las carreras, Pironi encuentra en las competencias de lanchas Off shore, muy de moda por aquellos años, una buena posibilidad de saciar su sed de velocidad y emociones. Incluso gana una carrera en Noruega y recibe un mensaje de felicitación de Enzo Ferrari. Sin embargo la muerte tenía una cuenta pendiente. Se la cobra en el mar cercano a Isla de Wight, en Inglaterra, Desacomodada al pasar por sobre la ola dejada por el barco petrolero, la lancha Colibrí 4 Lamborghini se da vuelta y despide a Pironi y sus acompañante Bernard Giroux y Jean Claude Guenard. Los tres muren en el acto por el impacto de su cuerpos contra el mar.

Por esos días, Pironi parecía haber recuperado la tranquilidad y felicidad perdidas a partir de lo sucedido en la carrera de Imola. Su pareja  de esos momento, Catherine Goux estaba embarazada por fertilización in vitro y el 6 de enero de 1988 dio a luz mellizos. Fueron bautizados Didier y Gilles. Un homenaje a quienes en el más allá seguramente habrán recuperado la amistad perdida en una pista.

 

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2 COMENTARIOS

  1. A veces la ambición desmedida de un piloto hace que el que va segundo quiera ser primero en forma poco o nada caballereresca( por lo pactado) y lo pase en las postrimerías de la carrera sin darle opción a ninguna recuperación del puesto de privilegio.
    Con tal proceder se ocasiona un indisimulable encono que a veces termina mal para la escudería o lo que es peor con consecuencias físicas irreparables.
    Ello también ha pasado en nuestro país.

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